miércoles, 4 de julio de 2012

LITTLE CAESAR

22 de junio 2012. Sala El Sol

La noche del pasado 22 de junio será recordada mucho tiempo por los que tuvimos la suerte de poder asistir a la actuación de una de esas bandas por las que se inventó el termino Rock & Roll dignificándolo hasta sus máximas cotas.

Hablamos de los veteranos LITTLE CAESAR, un combo californiano surgido a finales de los ochenta en Los Angeles que con su personal forma de entender el rock más clásico con tintes hard y destellos soul tuvieron cierta repercusión tras la fulgurante salida de su debut discográfico y que luego cayeron prácticamente en el olvido para volver con fuerza hace tres años demostrando que la clase y el poderío no se enseñan en las academias y que hay que mascarlos en la calle como nos dejaron bien claro los aproximadamente ciento veinte incondicionales que nos dimos cita en la céntrica sala madrileña El Sol.

Cuando uno acude a este tipo de conciertos de “viejas glorias” siempre lo hace con la duda de lo que se va a encontrar, ¿seguirán con la misma fuerza y actitud?, ¿habrán cambiando su estilo?, ¿harán un repertorio adecuado?, en fin, preguntas todas ellas que afortunadamente empezaron a responder satisfactoriamente desde el momento en que pisaron las tablas del local de la calle Jardines.

Y es que cuando uno empieza un concierto con la declaración de intenciones que supone “Rock & Roll State Of Mind” ya va teniendo bastante terreno ganado, además sonando muy bien, potentes y sólidos, y con esa puesta en escena sencilla pero convincente sólo al alcance de los elegidos. Si a todo esto le unimos el carisma que desprende un frontman como el gran Ron Young el resultado la ecuación es difícilmente mejorable, con un aspecto de veterano saludable que sabía provocar y transmitir con cada movimiento lleno de macarreo y clase sin necesidad de hacer aspavientos excesivos, siempre metido tras su precioso micro retro que se convirtió en una extremidad más de su todavía poderoso torso.

Claro que no se quedaron atrás sus compinches, un siempre sonriente Fidel Paniagua al bajo que además ayudó muy bien en los coros, un rotundo Tom Morris aporreando su sencillo kit de batería, un speedico Louren Molinare que le daba el toque más punk y garajero a la imagen del grupo sin parar de botar destripando su guitarra, mientras que un más tranquilo Joey Blaster, único miembro no original del grupo incorporado al mismo hace un par de años, se marcaba unos magníficos solos con su Les Paul clásica.

Como decía empezó la fiesta con “Rock & Roll State Of Mind”, del primer disco del grupo que fue el más representado en el set list, entre otras también por la siguiente “Hard Times” que sonó tremenda con esos coros característicos y su pegada incontestable. Dejaron el pasado para descargar la más actual “Supersonic” de su penúltimo trabajo “Redemption” (2009) que resultó tan divertida como en estudio, para seguidamente dejarnos otro pelotazo como “Down On Dirty” que de puro sencilla atrapa sin remedio, con un Young fantástico.

Pero no se limitaron a vivir de las rentas del pasado, de hecho venían presentado un magnífico nuevo disco como es “American Dream”, del que nos dejaron una primera tanda de temas con “Hard Rock Hell” que sube enteros en directo con su rollo medio sucio pero impactante de nuevo con los coros de Paniagua marcados sobre los riffs de Molinare y Brasler, “Prisoner Of Love” más relajada con regusto blues-sureño, y la propia “American Dream” que a golpe de caja y estribillo se mete en la cabeza sin remedio y haciéndonos bailar a base de bien.

De nuevo bajan el pistón y nos ofrecen una maravillosa “Redemption” que transpiraba sentimiento en cada nota, para meterse de nuevo en fiesta y movimiento con la divertidísima “Cajun Panther” y su rollo casi redneck que continuaron con la no menos fiestera “Real Rock Drive”, y con la etílica “Rum And Coke” única que rescataron de su segundo trabajo “Influence” (1992), para dejarnos antes de uno de los puntos álgidos de la noche con el entrañable medio tiempo “I Wish It Would Rain” que tomaron prestada hace tiempo a The Temptations demostrando su gusto por la música negra.

Para seguir demostrando su devoción por el soul llegaba el momento de disfrutar en directo de la endurecida y fantástica versión del clásico “Chain Of Fools” de Aretha Franklin, con toda la banda entregada y con la gente ya a esas alturas sin parar de corear y bailar. Siguió la caña con la enérgica “Sick And Tired” con las guitarras como protagonistas en su versión más rascona, para tornarse más limpias y evocadoras en la sureña “Dirty Water” que resultó espectacular, al igual que una maravillosa “Drive It Home” en la que insertaron casi en su totalidad otro clásico de la Motown como “Mustang Sally” de Wilson Picket para poner aquello totalmente patas arriba por si todavía quedaba alguno quieto.

Tras un breve descanso volvieron para rematar la faena a ritmo de puro rock & roll con la contagiosa “The Girl’s Rockin’” con su estribillo a lo “Grease Lightning” que nos puso a bailar otra vez, al igual que la más macarra “Down To The Wire” rescatada del EP “Name Your Poison” (1989) y que también se incluyó en la banda sonora de la película surfera “Point Break” (Le Llaman Bodhi), y en la que Ron Young sacó una navaja de su bolsillo pasándosela por el cuello, macarreo en estado puro como otros gestos que nos regaló durante el show pero sin resultar chabacano, y es que hay que tener clase hasta para ser barriobajero. El cierre definitivo vino en forma de medley de dos clásicos como “Every Picture Tells a Story” y “Happy” de Rolling Stones y Rod Stewart respectivamente, que mezclaron con acierto, ritmo y elegancia como ya hicieron en estudio al incluirlo en “Redemption”.

Poco más puedo añadir, aparte de agradecer a la gente que se arriesga a traer a este tipo de bandas a España para que podamos disfrutarlas, en este caso a José Luis Carnes, y de constatar que pudimos asistir al que por ahora es para mí el concierto del año en Madrid. Gracias Little Caesar y ojalá no tardéis mucho en volver.
Mariano Palomo

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