Después del buen sabor de boca que nos dejaron en su
reciente actuación en el Firfest, teníamos la oportunidad de poder disfrutar
con mayor amplitud de Gary Hughes y sus chicos en nuestra propia ciudad.
Con unas perspectivas de asistencia bastante pesimistas por parte de los
organizadores, finalmente por suerte la gente se animó a última hora y la sala
carabanchelera acabó registrando una entrada bastante buena que calculo
rondaría los trescientos fieles que nos dimos cita llegados no sólo de Madrid y
de otras partes de España, si no que había también incondicionales italianos,
ingleses y alemanes que se dejaron notar.
Con el personal todavía accediendo al local empezaron a
descargar los burgaleses PUSSY & MONEY,
un quinteto que basó su repertorio íntegramente en versiones de The Cult y que
sirvió para ir caldeando el ambiente interpretando con desigual acierto algunos
de los temas más conocidos de Atsbury, Duffy y compañía (“Wild Flower”, “She
Sells Santuary”, “Fire Woman”, “Love Removal Machine”, “Sweet Soul Sister”,
“New York City”) en los aproximadamente cuarenta minutos de que dispusieron.
Correctos, pero un poco metidos con calzador me da la impresión dado el estilo
del cabeza de cartel que poco tenía que ver con ellos.
Y tras el aperitivo, a eso de las diez menos cuarto de la
noche, con la sala ya registrando prácticamente su entrada definitiva,
empezaron a sonar las notas enlatadas de la instrumental “The Gates Of
Jerusalem” como preludio y anuncio de la
actuación de TEN. Un concierto que se
abrió igual que su último disco continuado con la magnífica “Arabian Knights”
ya con el sexteto entregándose y mostrando un gran aspecto y predisposición
como justa reciprocidad hacia sus fans con un Gary Hughes al que se le
veía tremendamente cómodo y feliz.
Tenía curiosidad por ver como evolucionaría sobre el
escenario el nuevo guitarrista Dan Mitchell, ya que me habían avisado
que le habían pedido mayor movilidad en su ejecutoria, y bueno, sin ser el
colmo de la expresividad sí le vi bastante más suelto que en Nottingham y manteniendo su tremendo
nivel de técnica y virtuosismo que por momentos pudo llegar a parecer excesivo.
Le acompañó bien con la rítmica el siempre cumplidor John Halliwell, que
tiene al menos la misma importancia como corista que como guitarrista, rodeando
la voz de Hughes junto al pelirrojo bajista Steve McKenna y al
teclista Darell Treece-Birch creando buenas ambientaciones este último
que al igual que en el Firefest me pareció que estaba algo escaso de
volumen. Por su parte, imagen casi
garajera aparte, el batería Max Yates cumplió bien sin necesidad de
explayarse en exceso.
Tras transportarnos con su música hasta tierras árabes en
el inicio, continuaron con la contundente “Gunrunning”, uno de los temas más
duros de “Heresy and Creed”, del que dieron buena cuenta, no en vano venían
presentándolo y en las dos horas de show que nos ofrecieron dio tiempo a
dejarnos en directo la mitad del mismo. Temas
estos nuevos bastantes celebrados por el público, como lo fue a
continuación la coreada “Spellboud” con ese ritmo de guitarra taladrante y ese
estribillo que se meten en la cabeza sin remedio.
Después de este vigoroso comienzo nueva vuelta a la épica
tan del gusto de Gary con “Ten Fathoms Deep” que fue creciendo sobre sus
teclas, pasando algo desapercibida, al igual que la más hard aunque lineal
“Book Of Secrets” que fue mejorando según fue avanzando con su estribillo ultra
melódico. Se bajó todavía más el ritmo con “Raven’s Eye” un precioso tema de
ambientación medieval envolvente que resultó algo más dura que en directo, como
la siguiente “The Lights Go Down” que sirvió para corear una vez más y para que
Mitchell siguiera mostrando su excelente técnica instrumental a la
guitarra.
A partir de aquí entramos en una parte algo más sosa y
aburrida con dos temas del penúltimo disco del grupo “Stormwarning”, la extensa
“Endless Symphony” y la muy melódica “The Hourglass and the Landslide” que me
resultaron más flojas que en estudio, con la voz de Hughes excesivamente alta
tapando un poco al resto. Mejoró bastante este aspecto con una apuesta segura
como es el clásico “The Robe” uno de los indispensables de Ten que
levantó de nuevo al público que volvió a meterse de lleno en el show, para
volver a tesituras más cercanas al A.O.R. con “Another Rainy Day” que fue de
las que más me gustó, al igual que “Black Shadows”, metiendo entre
medias la más irregular “Love Song” que se hizo algo larga.
Encararon el último tercio del concierto con otro de los pilares de la
discografía de los ingleses “After The Love Has Gone”, maravillosa una vez
más con la gente totalmente volcada, para volver a relajarnos con la balada
“Valentine” en la que el piano de Darrell y la voz de Gary
tomaron el protagonismo, llegando al final de nuevo con poderío de la mano de
la hard rockera “Unbelievable” que sonó bastante dura y dinámica con Mitchell
tocando su guitarra con los dientes en algún momento, estaba desatado el chico.
Antes del bis otra fantástica interpretación de “Red”, hard épico por definición con esos arreglos celtas a lo Gary Moore-Thin
Lizzy que sigue siendo de las que mejor funciona en directo, al igual que el
tema franquicia “The Name Of The Rose” con el que acabaron de vaciarse tras dos horas de concierto. Un concierto que superó en cuanto a
sonido, dinamismo y entrega al de Nottigham de un mes antes, pero que por
momentos se hizo algo aburrido con demasiados pasajes lentos que cortaron un
poco el rollo del personal que empezó como un tiro, y acabó en todo lo alto
para terminar con un muy buen sabor de boca.
Gary Hughes repitió en varias ocasiones que le
tendremos de nuevo por aquí en el 2013, y a la vista de la satisfacción general
que pude observar creo que muchos de los que estuvimos el pasado sábado en la
Sala Live volveremos a reencontrarnos, esperemos que en una sala más acorde con
el nivel del grupo para poder disfrutarles en plenitud. Tras asistir en menos
de un mes a dos de sus últimos conciertos Ten han vuelto a engancharme
recordándome por qué llegaron a ser una de mis bandas favoritas a finales de
los noventa.
Texto: Mariano
Palomo
Fotos: Rubén Liñán
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