18 de noviembre 2013. Sala La Riviera
El fenómeno Airbourne sigue creciendo sin parar, algo que podemos comprobar cada vez que vienen a visitarnos a nuestra ciudad. Noche de lunes, frío, navidades en puertas, y aun así el ambiente de concierto grande era más que palpable, entendiendo por concierto grande lo que en estos tiempos nos toca cuando meter dos mil personas ya es un éxito, dinosaurios superventas aparte, y que motivó el acertado cambio de sala de But a La Rivera doblando aforo para que pudiéramos disfrutar en buenas condiciones de un gran espectáculo.
Pero los australianos no vinieron solos, les acompañaban dos bandas más, abriendo los suecos CORRODED, anunciados a última hora y a los que debido a lo temprano de su actuación únicamente pudimos verles tras terminar la misma fotografiándose y firmando a los fans que se lo requerían junto al puesto de merchandising.
De los que si pudimos disfrutar ya plenamente fue de los británicos BLACK SPIDERS, suponiendo una agradabilísima sorpresa para muchos de los que les veíamos por primera vez en directo, aun habiendo escuchado sus dos discos publicados hasta la fecha que me dijeron bastante menos en estudio. Desde un inicio salieron a matar, con la rockera “Kiss Tried To Kill Me” sonidazo limpio y rotundo mucho más brillante y dinámico de lo que me esperaba, con las guitarras pesadas, dando solidez a las melodías de coros y voces con la figura de Pete “Spider“ Spiby mandando descubriéndose como un correcto vocalista y un muy buen frontman, compartiendo tareas también a la guitarra junto a Ozzy “Owl” Lister y Mark “Dark Shark” Thomas.
Sus compañeros de andanzas también aportaban mucho de diversión y comunicación con sus constantes carreras, cruces y poses, sobre todo el bajista Adam “The Fox” Irwin y el desfasado batería “Tiger” Si Atkinson, demostrando que se puede hacer música pesada, stoner o como lo queramos llamar, de forma ágil, divertida y pegadiza. Provocaron con la rápida y machacona “Stay Down”, incluida originalmente en su primer EP “Cinco Hombres y Diez Cojones” (curioso título) siendo rescatada posteriormente en su primer larga duración “Sons Of The North”, y que terminaron haciendo cantar y botar al público al grito de “Fuck Off Black Spiders” con el universal gesto del dedo corazón extendido en todo lo alto.
Siguió la fiesta con la efectiva “Stick It To The Man”, primera que cayó de su último disco “The Savage Land” sonando rápida y potente, sucedida por la etílico rockanrolera “Trouble” tremendamente divertida en la que los chicos lucieron sus jarras de cerveza personales para brindar por primera vez con la concurrencia que lo estaba pasando en grande, y que no paró de disfrutar hasta el final con pelotazos como “Balls” que definiría como un explosivo cruce entre Black Sabbath y AC/DC que puso a botar hasta al más tranquilo, bien secundada por la hard rockera algo saturada “Just Like A Woman”, y por la poderosa “Teenage Knife Gang” ambientada con las luces cegadoras que salían del fondo del escenario al más puro estilo Motörhead.
Se despidieron con la más puramente stoner “What God’s A Rock Without A Roll” que pesar de su densa cadencia me sonó muy bien, dejándonos con ganas de más y con la sensación de que estos cinco chicos de Sheffield con pintas de leñadores moteros, como sigan así, la próxima vez que vengan de gira lo harán como cabezas de cartel, tremendos Black Spiders.
Descanso para preparar el escenario de las estrellas de la noche con una buena selección musical de fondo que tras un ratito de espera se fundió con unas inquietantes luces rojas que ambientaban la cabecera de la banda sonora de “Terminator” que sirvió como intro para la salida de AIRBOURNE. Ya con el coreo incesante del personal desde algunos minutos antes empezaron a arrollar con el nuevo himno “Ready To Rock” que obtuvo una inmejorable respuesta de un público entregado sin condiciones, que siguió inmediatamente botando al ritmo de la ultra pegadiza “Too Much, Too Youg, Too Fast” dejando claro que una vez más no iban a hacer prisioneros.
Ya con “Girls In Black”, dedicada a las féminas que poblaban la sala el cantante y guitarrista Joel O'Keeffe hizo su primera incursión entre el público a hombros de un pipa entre el regocijo del personal que acabó viéndole hacer un solo encima de la mesa de mezclas, volviendo al escenario ya empapado en sudor como sus tres compañeros que no pararon de moverse de lado a lado con sus cuellos sufriendo sus compulsivos movimientos rítmicos. Se “calmó” un poco la cosa con “Diamond In The Rough” por su ritmo menos frenético, y con la más coral “Back In The Game” en la que los coros del guitarrista David Roads y del bajista Justin Street fueron secundados con fuerza por todos los presentes, a todo esto con sonido impresionante, nítido, poderoso y lo suficientemente crudo para no resultar artificial.
Siguió la interactuación con el público con el tema título del último disco “Black Dog Barking” composición fiera y rotunda en la que Joel atendía la petición cartel en ristre de un fan entregándole una púa en mano, para invitarnos a brindar y a subirnos a hombros del que tuviéramos cerca después con un prolongado trago de vino como preludio de la contagiosa “Cheap Wine & Cheaper Women”, a la que siguió “No Way But The Hard Way” con sus coreos en vacío sin instrumentos resultando de lo más efectiva, puro AC/DC, para llevarnos al frenetismo final de “Stand Up For Rock & Roll” con las latas de cerveza volando por primera vez.
Sólo había pasado una hora pero de tal intensidad que el agotamiento empezó a hacer mella en la voz de Joel, por lo que se imponían la salida de escena antes de volver para dar paso a una magnífica “Live It Up” dentro de una ambientación previa de focos y sirenas antiaéreas que se encargó de arrancar de forma manual en el centro del escenario el batería Ryan O’Keeffe, mientras su hermano aparecía en lo alto de una de las torres de luces dando caña con un buen punteo arriba, para una vez ya a pie de escenario motivar con el típico “oe, oe, oe, oe” marcándose un curioso solo.
El final llegó con una nueva incursión entre el público de Joel sobre las notas de “Raise Your Flag” que sonó tan rotunda como de costumbre, para acabar exhaustos, subidón de volumen incluido, con su inevitable ya clásico “Runnin’ Wild” en la que volvió a repetirse el ritual de abrirse latas de cerveza contra la cabeza y con guiños en forma de breves acordes para “Paranoid”, “Live And Let Die”, “Dog Eat Dog” y “Dirty Deeds” dejando claro que es lo que nos gusta.
Y así nos dejaron, con algo de dolor de cuello y zumbido de oídos, pero tremendamente satisfechos, si bien es cierto que siempre se echa en falta algo más de tiempo de duración de sus shows que hace que queden fuera muchos de sus temazos, sobre todo me extrañó que no tocaran “No One Fits Me Better Than You”, el tema que más me ha gustado de su último disco, ni las imprescindibles “Bottom Of The Well” o “Bloonde, Bad and Beautiful”. En cualquier caso, una vez más Airbourne no fallaron, se dejaron hasta la última gota de sudor y energía, sonaron espectaculares, nos hicieron mover y se movieron como posesos, así poco más se puede pedir.
Mariano Palomo
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