17 de marzo 2016.
Sala Changó
El pasado día 17 me reencontraba
en directo con una de las bandas que más me convencen a la hora de mezclar el
heavy melódico, el sinfonismo y los sonidos neoclásicos, tras unos añitos sin
disfrutar de su potente directo volvía a ver a ROYAL HUNT sobre las tablas de un
escenario.
Un escenario que, por cierto, estrenaban en la remozada sala Changó, ubicada en pleno corazón de Chamberí y que por lo que comentamos los presentes pasó su primer test con nota, un local cómodo, accesible, con un escenario no demasiado grande pero sí suficientemente alto, con buena acústica en general, aunque bastante mejorable en lo que a luces se refiere. El centenar y medio aproximadamente, quizá algo más, de fieles que nos dimos cita pudimos movernos con total comodidad por su interior ya que según nos comentaron tiene un aforo para conciertos de seiscientas personas, además de algunas zonas de visibilidad reducida con sillones que siempre vienen bien para reposar en algún momento.
Un escenario que, por cierto, estrenaban en la remozada sala Changó, ubicada en pleno corazón de Chamberí y que por lo que comentamos los presentes pasó su primer test con nota, un local cómodo, accesible, con un escenario no demasiado grande pero sí suficientemente alto, con buena acústica en general, aunque bastante mejorable en lo que a luces se refiere. El centenar y medio aproximadamente, quizá algo más, de fieles que nos dimos cita pudimos movernos con total comodidad por su interior ya que según nos comentaron tiene un aforo para conciertos de seiscientas personas, además de algunas zonas de visibilidad reducida con sillones que siempre vienen bien para reposar en algún momento.
Una vez situados, llegaban las
21:15 y empezaban a aparecer en escena los miembros del grupo, sin teloneros
que calentaran previamente el ambiente y siempre con André Andersen al mando con su teclado colgado al hombro y con su
nutrido set de instrumentos al fondo, aunque algo menos aparatoso que otras
veces, acompañado por el joven guitarrista Jonas
Larsen, pura escuela Malmsteen,
por el versátil bajista Andreas Passmark
y por el batería más recientemente incorporado a la formación Andreas “Habo” Johansson. Los cuatro
empezaron a modo de preámbulo instrumental con la poderosa “Martial Arts” que
ya sonó con rotundidad y energía.
Inmediatamente después irrumpió tocado con unas gafas de sol el norteamericano D.C. Cooper, asentado hace ya tiempo en esta segunda etapa en el grupo mostrando una vez más ser uno de los cantantes más interesantes y que mejor se adapta a las composiciones de Andersen, y que empezó algo frío para ir creciendo en su ejecutoria a lo largo del show. Para empezar ya con la alineación al completo enlazaron con la magnífica “River Of Pain”, de su álbum “Paradox”, que contrariamente a lo que algunos esperaban no descargaron íntegramente como aparece en su último directo recién publicado “Cargo”, de hecho el set fue prácticamente un “grandes éxitos” recorriendo buena parte de su discografía.
Ya metidos en faena empezamos a percibir excesivo apoyo de pistas grabadas tanto de teclados como de coros, algo que se mantuvo durante todo el concierto y que no me gustó demasiado ya que en otras ocasiones no tiraron tanto de este recurso seguramente porque contaban con la presencia de alguna corista, sobre todo con la gran María McTurck.
Pero en cualquier caso el público mostró su fidelidad y no pareció importarle demasiado palmeando en el inicio de la inquietante “One Minute Left To Live”, y en la motivante “Army Of Slaves” que sonó muy bien con los coros algo más naturales, antes de explayarse instrumentalmente en el comienzo de la cañera “Lies” sobre todo por la incisiva guitarra de Jonas.
Siguieron en esa línea con una ejecución endurecida de la fantástica “Wasted Time” una de mis favoritas de siempre que en esta ocasión sonó más rotunda con los coros más mates, echándose en falta la presencia femenina, pero igualmente muy celebrada por los presentes, a los que se dirigió luego D.C. Cooper tercio de cerveza en mano y ya en plena forma para tras una breve charla presentar “Heart On a Platter” primero de los dos temas que cayeron de su última entrega en estudio “Devil’s Dozen” que pasó bastante desapercibida y en la que el mayor peso inicial recayó sobre el sonido de bajo de Passmark.
Se aceleró algo el pulso con la redoblada “Flight” que sonó muy bien, antes un breve solo de batería de Habo, tan correcto como prescindible, tras el cual atacaron con una poderosa “Silent Scream” que fue de lo mejor de la noche a pesar de su exceso de teclas grabadas al principio, bien secundada por la teatral “Until The Day” comenzando sin apenas luz de forma cadenciosa y con una gran interpretación dramatizada de Cooper hincando la rodilla para escenificarla intensamente junto a un buen solo malmsteeniano de Jonas.
Inmediatamente después irrumpió tocado con unas gafas de sol el norteamericano D.C. Cooper, asentado hace ya tiempo en esta segunda etapa en el grupo mostrando una vez más ser uno de los cantantes más interesantes y que mejor se adapta a las composiciones de Andersen, y que empezó algo frío para ir creciendo en su ejecutoria a lo largo del show. Para empezar ya con la alineación al completo enlazaron con la magnífica “River Of Pain”, de su álbum “Paradox”, que contrariamente a lo que algunos esperaban no descargaron íntegramente como aparece en su último directo recién publicado “Cargo”, de hecho el set fue prácticamente un “grandes éxitos” recorriendo buena parte de su discografía.
Ya metidos en faena empezamos a percibir excesivo apoyo de pistas grabadas tanto de teclados como de coros, algo que se mantuvo durante todo el concierto y que no me gustó demasiado ya que en otras ocasiones no tiraron tanto de este recurso seguramente porque contaban con la presencia de alguna corista, sobre todo con la gran María McTurck.
Pero en cualquier caso el público mostró su fidelidad y no pareció importarle demasiado palmeando en el inicio de la inquietante “One Minute Left To Live”, y en la motivante “Army Of Slaves” que sonó muy bien con los coros algo más naturales, antes de explayarse instrumentalmente en el comienzo de la cañera “Lies” sobre todo por la incisiva guitarra de Jonas.
Siguieron en esa línea con una ejecución endurecida de la fantástica “Wasted Time” una de mis favoritas de siempre que en esta ocasión sonó más rotunda con los coros más mates, echándose en falta la presencia femenina, pero igualmente muy celebrada por los presentes, a los que se dirigió luego D.C. Cooper tercio de cerveza en mano y ya en plena forma para tras una breve charla presentar “Heart On a Platter” primero de los dos temas que cayeron de su última entrega en estudio “Devil’s Dozen” que pasó bastante desapercibida y en la que el mayor peso inicial recayó sobre el sonido de bajo de Passmark.
Se aceleró algo el pulso con la redoblada “Flight” que sonó muy bien, antes un breve solo de batería de Habo, tan correcto como prescindible, tras el cual atacaron con una poderosa “Silent Scream” que fue de lo mejor de la noche a pesar de su exceso de teclas grabadas al principio, bien secundada por la teatral “Until The Day” comenzando sin apenas luz de forma cadenciosa y con una gran interpretación dramatizada de Cooper hincando la rodilla para escenificarla intensamente junto a un buen solo malmsteeniano de Jonas.
Nueva charla de Cooper, presentación de los miembros
del grupo, y grito desgarrado para iniciar “Stranded” interpretada con una
intensidad y calidad enormes, al igual que la no menos potente “A Life To Die
For” en la que el cantante se mezcló entre el público para palmear desde abajo mientras
sus compañeros de fatigas desgranaban su sapiencia instrumental, alargándose en
el final con un reprise más lento del tema.
Final para hora y tres cuartos de buena actuación, sobre todo por lo acertado de su set list y por la enorme calidad de los músicos, pero con excesivos apoyos enlatados para mi gusto como ya he señalado anteriormente.
Final para hora y tres cuartos de buena actuación, sobre todo por lo acertado de su set list y por la enorme calidad de los músicos, pero con excesivos apoyos enlatados para mi gusto como ya he señalado anteriormente.
Texto: Mariano Palomo
Fotos: Diego L. Pérez
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