6 de diciembre 2016.
Sala La Riviera
Pocas opciones mejores para
celebrar un martes festivo en la capital que la de disfrutar de una buena
descarga de rock & roll de alto octanaje de la mano de una de las bandas más
asentadas y reconocidas de los últimos años, al menos así parecieron entenderlo
las casi dos mil almas que agotaron el papel para el show en la sala madrileña elegida
una vez más por la banda que nos visitaba desde las antípodas.
Buen ambiente, con un lleno que
afortunadamente pareció estar controlado ya que en ningún momento sentimos la
sensación de agobio de otras ocasiones en las que los promotores parecían estar
más preocupados por llenarse el bolsillo que por la comodidad y seguridad del
público, igual que entonces lo denunciamos ahora lo suyo es reconocerles su
buena gestión.
Prácticamente ya con todos dentro
accedimos al recinto ribereño con el joven trío londinense LEOGUN descargando su blues rock
añejo y enérgico pudiendo presenciar los tres últimos temas de su actuación, comenzando
por una extensa pieza con retazos puramente blues mezclados con desarrollos
guitarreros muy Zeppelin por parte del también vocalista del grupo Tommy Smith que se explayó con su
instrumento bien apoyado por el bajista Matt
Johnson y por el Michael Lloyd
aporreando a base de bien desde la batería.
Buena primera impresión que
decayó un tanto con el siguiente tema presentado como “Everyday” y que resultó
bastante más denso y cadencioso, endureciéndose y animándose en su parte final
pero sin acabar de convencerme tanto, algo que si me ocurrió con el tema que
puso fin a la actuación de los británicos, mucho más dinámico y cañero con
elementos de psicodelia, stoner y sonidos setenteros sonando realmente gordo y
engrasado provocando las palmadas del público que les despidió con una sonora
ovación.
Media hora de paréntesis para acondicionar
el escenario y tras sonar enlatada parte de la banda sonora de Terminator 2 comenzó a atronar la
avalancha de decibelios ejecutados por los cuatro rokceros australianos que dan
vida a AIRBOURNE
y que salieron arrollando desde el primer segundo de la contundente “Ready To
Rock”, uno de los temas de choque de su penúltimo LP “Black Dog Barking” cuya portada ilustraba el telón del fondo del
escenario.
Un escenario perfectamente con
más trabajo tanto de luces como de escenografía de lo que pudiera parecer por
su sobrio aspecto a base de Marshalls y poco más pero aprovechándolo muy bien a
lo largo de toda la actuación. Siguió la caña sin respiro con la contagiosa “Too
Much, Too Young, Too Fast” puro AC/DC
con las rítmicas de David Roads
marcadísimas acompañando los ataques punzantes de un Joel O’Keeffe absolutamente desatado sonando tan alto como nítido
poniendo a botar a toda la sala coreando el contagioso estribillo del tema.
Por su parte los otros dos
elementos del grupo a lo suyo, ofreciendo solidez y precisión en la pegada de Ryan O’Keeffe y con el bajista Justin Street dejándose el cuello como
en él es habitual tirando de molinillo continuamente, creando una gran
complicidad entre todos, como bien pudimos seguir comprobando con más
tranquila, por decir algo, “Chewin’ The Fat” con Joel
obsequiándonos en su parte final con su primer espectáculo cervecero
estampándose una lata de medio litro en la cabeza.
Tras el primer trío de temas
previos, primera andanada del último trabajo “Breakin’ Outta Hell” con la pesada “Rivalry” que me gustó más en
directo que en su versión de estudio que
se me hace excesivamente densa, me convenció el sonido de guitarras y bajo algo
más ligero. Antes de seguir con más temas nuevos recuerdo para uno de los temas
fijos en el repertorio del grupo, la provocadora “Girls In Black” doblándose los
coros con acierto y con Joel
volviendo a provocar la locura mezclándose entre el público para ejecutar su
solo y volviendo a hacer el número de la lata de cerveza.
Otro bloque de novedades con la
motivante “It’s All For Rock’n’Roll” a golpe de estribillo pegadizo, “Down On
You” sencilla y efectiva con un riff básico y con “Breakin’ Outta Hell”
desplegando mayor escenografía con cañones de humo verticales bastante
aparentes acompañando su frenético ritmo siendo la que más me gustó de las
nuevas.
Ultimo tercio de la actuación con
un puñado de clásicos como “No Way But The Hard Way” sólida y nítida como pocas
con Joel apuntando al público con un foco antiaéreo, seguida por la acelerada “Stand
Up For Rock’n’Roll” dejándonos sin apenas resuello antes de un breve descanso
para los bises. Una hora de concierto que se nos había pasado volando sin un
segundo de respiro y con un nivel de intensidad al alcance de muy pocas bandas.
Pero la fiesta no había terminado,
todavía quedaban un par de trallazos más para terminar de agotarnos tras
ponernos en ambiente con el telón del logo de la calavera del aviador como si
estuviéramos en pleno bombardeo con sirenas y cegadoras mientras Joel se iba elevando sobre los Marshall
de la parte izquierda del escenario. Así empezó a atronar “Live It Up” con la
gente coreando como loca mientras seguía el reparto de latas de cerveza entre
sus riffs asesinos.
Para el final no podía quedar
otra que “Runnin’ Wild” locura absoluta, ya con la voz del frontman del grupo
notando el esfuerzo, pero perfectamente apoyado por sus compinches y por toda
la concurrencia que enloqueció por completo cuando apareció en la planta alta
de La Riviera para ejecutar un solo además de bautizarnos a todos con cerveza
una vez más, sí nos pilló justo debajo. Entre medias oes oes desde la guitarra,
algunas notas de “What Do You Do For Money Honey” y “Let There Be Rock” de AC/DC
intercaladas, en fin desenfreno absoluto estirándola hasta los diez minutos.
Fin de fiesta brutal para una
nueva demostración de energía, electricidad y ritmo sin concesiones que como
único pero le pondría la brevedad de siempre de los conciertos de Airbourne, les he visto tres veces y
nunca han pasado de la hora y cuarto de duración, algo comprensible viendo cómo
se dejan la piel pero que hace que se queden fuera auténticos temazos de la
discografía de la banda como “Diamond In The Rough”, “Cheap Wine & Cheaper
Women”, “Blonde, Bad and Beautiful” o “Bottom of the Well”, por ejemplo. En
cualquier caso una apuesta segura y una de las bandas más arrolladoras que se
pueden ver en directo.
Mariano Palomo
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