Hay dos cosas seguras
con Ñu y José Carlos Molina. Una es que, con todas las veces que le hayamos
podido ver, ningún show será igual que el anterior. Y la segunda, es que, seas
cuales sean las circunstancias, nunca va a defraudar.
Pero antes estaban los
teloneros. Llegamos un poco tarde, cuando debían llevar dos o tres canciones, y
nos sorprendió gratamente encontrarnos que la tal CRISTINA LUBIAN lideraba una banda
de versiones, por este tipo de grupos no puedo evitar sentir cierta debilidad.
Según penetrábamos en la sala mientras sonaba “Las Chicas Son Guerreras”, la
sorpresa fue aún mayor al ver que el guitarrista era el viejo amigo Javier Bustos, de El Mismísimo Diablo, una banda que no tuvo la suerte que se
merecía.
El resto de componente
serían más adelante presentados por Cristina,
el batería Dani, el bajista Blas y el teclista Óscar. Pero eso fue en la recta final. Antes lo pasamos de lo lindo
con “No Dudaría”, “Maneras De Vivir”, “Sí Señor” y “Días De Escuela”. Al placer
de disfrutar estas canciones se sumaba la originalidad de escucharlas con voz
femenina. Tras “Rock And Roll” de Zeppelin,
el fin de fiesta no puedo ser mejor elegido, nada menos que “Highway To Hell”.
El comienzo de la
actuación de ÑU
fue muy peculiar. En vez de arrancar con caña, Molina eligió la tranquilidad de “El Juglar”. Pero la calma duró
poco, pues a continuación desfiló completa la tetralogía de la locura: “Animales
Sueltos”, “No Hay Ningún Loco”, “La Granja Del Loco”, y “Manicomio”. La
formación es la misma del año pasado, el guitarrista Luis Romero, el bajista Ramón
Álvarez y el eterno Bumper a la
batería. Y no podemos olvidar al gran Peter
Mayr en el teclado.
Con dos excepciones, el
repertorio estuvo extraído de todos los discos publicados en los años 70 y 80.
“Tocaba Correr”, “Preparan” y “La Bailarina” fueron seguidas de un instrumental
con partes de Jethro Tull. Hubo otro
fragmento conceptual, esta vez dedicado a las llamas, con “Fuego” y “El hombre
De Fuego”. En otras ocasiones hemos visto a José Carlos utilizar su afilada lengua en despotricar contra el
poder o la industria musical. Pero esta vez estaba de muy buen humor y entre
canción y canción más bien parecía un humorista con sus divertidas ocurrencias.
Uno de los mejores momentos fue “Una Copa Por Un Viejo Amigo”. Se incorporaron
dos antiguos miembros, el guitarrista Nacho
De Carlos y el teclista Jorge Calvo,
y entre todos montaron una especie de jam session. Entre improvisaciones, lo
más alucinante era ver a los tres pianistas, Peter, Jorge y Molina, tocar por turnos los teclados o
hacerlo a la vez. Y todo lo hicieron tan bien que en ningún momento se hizo
largo o aburrido.
Tras los irrepetibles
minutos, se recuperó la caña con “Más Duro Que Nunca”, seguida de otro
instrumental tras el cual vino el que quizá fue el rato más flojo de la noche,
“Viejos Himnos Para Nuevos Guerreros”. Pero enseguida el público se vino de
nuevo arriba con “Ella” y “El Tren”, tema que José Carlos cantó a medias con la última invitada de la noche, una guapa
vocalista a la que presentó como “La
Hechicera”. Tras la imprescindible “El Flautista” llegó un breve descanso.
El bis arrancó con la
entrada instrumental de “A Golpe De Látigo”. Pero cuando llegó el momento de
meter la voz dejaron la canción si terminar. El broche final fue “Sé Quién”.
Como siempre, todos contentos a la salida. Con 60 años a sus espaldas, Molina aún se conserva en un estado de
forma envidiable y se le ve muy lejano el momento de retirarse.
Nacho
Jordán
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