14 de noviembre 2015.
Sala Arena
Justo una semana después del gran
concierto de UFO en Madrid, el
público capitalino volvimos a disfrutar de otro enorme show de pura esencia
hard rockera de la mano de BLACK STAR RIDERS. Una formación acertadamente
rebautizada así tras estar durante algún tiempo utilizando el nombre de los
inmortales Thin Lizzy con el
guitarrista Scott Gorham al frente
como único miembro perteneciente a la alineación gloriosa de la banda
irlandesa. Una vez dado ese paso, insisto muy acertado en mi opinión, y tras
algunos cambios de formación la banda se ha asentado con dos grandísimos álbumes
grabados, siempre manteniendo y honrando el sonido de Thin Lizzy.
Junto a Gorham destaca sobre todo la tremenda solvencia y carisma del
cantante Ricky Warwick (The Almighty)
que si ya nos gustó en disco, en directo ratificó sobradamente lo que ya
intuíamos con un poderío y una puesta en escena realmente notable. Me
sorprendió también muy gratamente el guitarrista Damon Johnson (Witness, Brother Cane) doblándose perfectamente con Gorham, haciendo muy buenos solos y acompañando en los coros junto
al experimentado bajista Robby Crane
(Ratt, Adler's Appetite) que formó una perfecta base rítmica con el batería Jimmy De Grasso (Y&T,
Megadeth, White Lion). Todos estuvieron muy bien.
Tras la actuación de dos grupos
teloneros a los que no tuve ocasión de ver, llegamos a la sala que registraba
una entrada decente de unas cuatrocientas personas más o menos calculo, y casi
sin darnos cuenta apareció en escena el quinteto para empezar a descargar las
primeras notas de la guerrera “Bloodshot”, con un sonido algo saturado que se
corrigió bastante aun sonando muy potentes a partir del tercer o cuarto tema,
estaba claro que habían salido a por todas desde el minuto uno y que no iban a
hacer prisioneros. Así, sin tregua enlazaron con una gloriosa “Jailbreak” como
primer recuerdo a Thin Lizzy en la
que resultó espectacular ver el gusto y el respeto con que la interpretó Warwick recogiendo la esencia Lynott pero con personalidad propia, aunque
me resultó bastante chocante que le mencionaran en ningún momento del concierto.
Mínimo parón para saludar y
recordar a las víctimas del atentado sucedido en París el día antes y a seguir
descargando buenísimos temas como la también marcial “Soldierstown”, o la más
tranquila “Charlie I Gotta Go” que resultó de lo más emotivo con unas
buenísimas voces, antes de acelerar con una contundente revisión de “Are You
Ready” de Thin Lizzy haciéndonos mover
el cuello con su frenético ritmo y que, al igual que en “Jailbreak” tuvo a Warwick como tercer guitarrista. Cambió
seguidamente el vocalista británico la eléctrica por la acústica para acompañar
una preciosa “Hey Judas”, volviendo a la vena más áspera con “Through The
Motions”.
Vuelta a Thin Lizzy con “Waiting For An Alibi”, brillante y coreada por todo
el público con un magnífico trabajo de la pareja de guitarristas, que se
prolongó en la hechizante “Hoodoo Voodoo” que me sonó incluso mejor que en
disco con mucho rollo, la igual que el tema que da título al primer disco de Black Star Riders, “All Hell Breaks Losse”,
otro espectacular ejercicio de hard rock perfecto heredero de Thin Lizzy, enlazado brillantemente con
el mega single “The Boys Are Back In Town” que sonó increíble.
Claro que para espectacular la
interpretación que se marcaron de “Emerald”, sencillamente sublime, encarando
una recta final que siguió con “The Killer Instinct” muy bien ejecutada,
dejando para la traca final dos himnos intemporales como “Rosalie” palmeada con
devoción por los presentes, y una inconmensurable “Whiskey In The Jar” que
curiosamente he podido escuchar en múltiples versiones recientemente por un
viaje a Dublín, pero que en ningún caso llegó a sonar con la clase e intensidad
de la noche del pasado sábado en Madrid.
Broche de oro a noventa minutos de
puro goce musical suponiendo lo que, a falta de lo que nos puedan ofrecer FM el próximo día 21 en la Sala Cats,
ha sido para mí el mejor concierto del año 2015 en Madrid. Phil Lynott puede estar orgulloso, su legado está muy buenas manos.
Mariano Palomo
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