6 de Mayo de 2016. Sala Joy Eslava
Recuerdo que lo primero
que pensé cuando vi anunciado a ÑU en Joy
Eslava es que el local se le podía quedar un poco grande. Al comentarlo con
los amigos, todos parecían estar de acuerdo. Felizmente nos equivocamos, y
pocas veces me he alegrado tanto de meter la pata. Creo que pocos esperaban que
se fueran a agotar todas las entradas.
En lo que casi nadie
parecía caer en la cuenta es que no se podía considerar el concierto del 40
aniversario, porque eso tuvo lugar en 2015. En realidad son ya 41 los años que José Carlos y sus huestes llevan dando
guerra. Ningún grupo de nuestro país puede alardear de ser tan longevo ni tan
constante. Queda alguno vivo anterior a 1975, pero todos sin excepción han
sufrido parones a lo largo de su trayectoria. Eso jamás ha sucedido con Ñu.
El arranque tuvo lugar
con “Viejos Himnos Para Nuevos Guerreros”, por suerte la única composición que
cayó del poco convincente disco homónimo. La formación era la misma de los
últimos años, Luis Romero a la
guitarra, Ramón Álvarez en el bajo, Peter Mayr a los teclados y Bumper en la batería. Tras “Los Ojos De
La Zíngara” interpretaron completa la tetralogía de la locura, “Animales
Sueltos”, “No Hay Ningún Loco”, “La Granja Del Loco”, y “Manicomio”.
Dio comienzo la segunda
parte del concierto, con un baile de músicos que continuó hasta el final. Se
marcharon todos menos Molina, y
fueron entrando y saliendo un montón de gente como Nacho De Carlos, Pedro Vela,
Jorge Calvo (intervino en diferentes
momentos tocando tanto los teclados como la flauta), dos coristas (Cristina Lubián y Eva Reina), los propios hijos del líder (José Carlos y Cristian), e incluso un violonchelista.
Alguno me dejo, y que me perdone, estaba disfrutando demasiado para ponerme a
apuntar nombres. La mayoría acudieron para las grandes sorpresas de la noche
“Hada” y “Galeras”, y aunque después volvió la formación “oficial”, ya en todos
los temas siempre andaba merodeando algún “intruso”. Por ejemplo, después de
“Preparan” y “Tocaba Correr”, “Ella” fue cantada por la excelente vocalista Gaby De Val, que lo hizo realmente
bien. Es importante señalar que el sonido fue muy bueno en todo momento.
Los clásicos no dejaban
de desfilar. “Fuego”, “El Hombre De Fuego”, la primera parte instrumental de “A
Golpe De Látigo” o “Sé Quién”. Todos echamos de menos alguna canción en
particular, pero con tantos discos a través de cuatro décadas era imposible
contentar a todo el mundo. Aún no he podido olvidar la celebración del vigésimo
aniversario, en el Canciller de San Blas en Diciembre de 1995. En
aquella ocasión nuestro flautista abusó demasiado de solos e instrumentales,
alargando el concierto hasta el infinito (si mal no recuerdo fueron más de tres
horas) y haciéndolo en muchos momentos cansado y aburrido. Nada de esto ocurría
ahora, todos lo estábamos pasando de maravilla.
Aún faltaba una
invitada, la gran violinista Judith
Mateo, que fue reservada para la recta final, con “El Tren”, “El Flautista”
y “Más Duro Que Nunca”. Y sin contar a otros que seguían aportando, como Jorge Calvo en la flauta. Al final
salieron todos a la vez para despedirse con “Una Copa Por Un Viejo Amigo”, en
total fueron casi dos horas.
Viendo la sala abarrotada con un público absolutamente entregado, no es de extrañar que José Carlos dijera que había sido una de las noches más felices de su vida. Y a juzgar por su estado de forma, es muy probable que dentro de nueve años estemos conmemorando el 50 aniversario.
Texto: Nacho
Jordán
Fotos:
Juan Carlos Pascual
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