martes, 13 de mayo de 2014

FRONTIERS ROCK FESTIVAL

1, 2 y 3 de mayo. Sala Live Club (Trezzo - Milán)

Supongo que a estas alturas habrá poca gente que ignore la importancia y relevancia del sello italiano Frontiers dentro del hard rock mundial, no sólo del A.O.R. o más melódico como en sus inicios allá por finales de los noventa. Infinidad de lanzamientos y referencias de algunos de los músicos y bandas más destacados del panorama forman parte de la escudería napolitana que, después de tanto tiempo en la brecha, me da la sensación de ha querido darse un gustazo reuniendo a una buena muestra de su catálogo para mostrarlo en directo a los fans que les seguimos prácticamente disco tras disco.
Sin demasiado tiempo desde que se anunció el cartel, creo que fue a primeros de año, y a la vista del resultado final, los organizadores han sido capaces de montar un muy buen festival, sobre todo muy cómodo en todos los aspectos cara al público, tanto de accesibilidad, como de servicios, aforo, e incluso en lo que a duración y tiempos intermedios de las actuaciones que, a pesar de extenderse durante tres días a razón de siete por jornada, a mí al menos no se me hicieron tan pesadas como en otros eventos similares, resultándome bastante ágiles y amenas, algo en lo que lógicamente mucho ha tenido que ver el notabilísimo nivel medio de todos los shows, aunque con algún lunar que posteriormente detallaré.
Así pues nos plantamos en esta bella zona de la Lombardía el jueves 1 de mayo a primera hora de la mañana, y tras acomodarnos y reconocer sucintamente el entorno, llegamos a la sala Live Club de Trezzo, una pequeña población situada entre Milán y Bérgamo que sirvió como hospitalario lugar de encuentro de rockeros, sobre todo italianos, pero también llegados en buen número de otros países de Europa siendo alemanes y británicos los que más se hicieron notar, amén de un grupo de españoles no tan numeroso como en otras citas de esta naturaleza. Eso sí, poco o nulo ambiente de festival se respiraba en la ciudad, seguramente porque la sala estaba situada en un polígono industrial en las afueras y por lo tanto no había locales ni vida nocturna para continuar la fiesta tras los conciertos.
Un sala magníficamente acondicionada, sin grandes lujos ni alardes, pero con bastante amplitud y comodidad en sus instalaciones, con un muy buen escenario, buen sonido en general, aunque esta parcela es responsabilidad de los técnicos de cada banda, al igual que la del técnico de luces mejorables en algunas fases, y como guinda con un patio exterior anexo a la pista principal que dio un gran desahogo a fumadores y no fumadores para poder recargar las pilas, amén de las zonas vips con sillones a una altura superior desde donde se podía disfrutar con mayor comodidad del espectáculo.


Una vez recogidas las acreditaciones y tras una ligera espera accedimos al local nada más terminar la actuación de los jóvenes escandinavos STATE OF SALAZAR, a los que no pudimos ver como la mayoría de los que aguantaban su turno para canjear su pulsera de acceso, y que por lo que tenemos entendido no gozaron precisamente de su mejor día con un sonido bastante pobre y mostrando las carencias propias de su bisoñez.
Ya casi a las cuatro de la tarde salieron a escena los veteranos DALTON, una formación de culto para muchos seguidores del Scandi A.O.R. que volvían a la actividad tras un largo periodo de silencio, haciendo que curiosidad y desconfianza se aunaran a partes iguales a la hora de afrontar su reentré. Y la verdad es que no se sí porque a este tipo de bandas siempre se les tiene un poco idealizadas por lo que supusieron sus lanzamientos ochenteros, en este caso dos buenos trabajos con fueron “The Race Is On” (1987) e “Injection” (1989), o porque uno iba con buena predisposición de pasarlo bien y recibir algo más, el caso es que me parecieron bastante limitados, tanto técnica como escénicamente.
Está bien intentar recuperar el espíritu de los 80, yo soy el primer enamorado de esta década, pero hombre, unos señores ya de una cierta edad creo que debería cuidar un poco más sus formas, y sobre todo su ejecutoria musical. Les daremos el beneficio de la duda por la inactividad, pero es que aun siendo perfectamente reconocibles sus temas más directos y festivos, me resultaron bastante pobres técnicamente, sobre todo su guitarrista Leif Westfahl, de lo más flojito que he visto en directo últimamente.
Eso sí, las ganas de agradar y la actitud positiva no se les puede negar, haciendo que ya un buen número de fieles completaran más de la mitad del aforo de la sala y, en muchos casos disfrutando de temas como “”I’m On The Run”, “Go For It”, o “Love Injection”, con el vocalista Bo Lindmark ejerciendo de showman correcto pero algo sobrepasado por los nervios en algunos momentos teniendo que apoyarse en demasiadas ocasiones en los coros de sus compañeros. Entre medias tuvieron tiempo de presentar un nuevo tema “Are You?” una alegre composición que aparecerá en un nuevo disco en el que están trabajando que no desentonó del resto del set y en la que curiosamente brilló más la guitarra en clave A.O.R. de Leif.
Para el final dejaron la más conocida “You’re Not My Lover (But You Were Last Night)”, escrita en su momento por Jon Bon Jovi, Ritchie Sambora y Desmond Child, y que no acabó de sonar todo lo redonda que yo esperaba, quizá porque me siga quedando con la versión de Witness publicada un año después. Bien puede valer este tema como resumen de los 35 minutos de concierto de Dalton, intentando divertir, con melodías pegadizas, pero cortos en lo que a nivel musical se refiere para mi gusto.


Después del primer medio patinazo de la jornada, era hora de descubrir en directo a una nueva formación, cuyo disco de debut recién publicado me había llamado mucho la atención. Se trataba de THREE LIONS, el nuevo proyecto del guitarrista de Dare y ex de Ten, Asia, etc. Vinny Burns, acompañado por su ex compañero Greg Morgan a la batería y por el semidesconocido vocalista y bajista Nigel Bailey. Al trío se unieron en directo un teclista, James me pareció entender cuando le presentaron, que actuó también como segundo guitarra, y el hermano de Nigel, Andrew, que acompañó magníficamente como corista en segundo plano.
Con una puesta en escena bastante más sobria y elegante que la de sus predecesores, el quinteto comenzó sonando realmente bien ya desde la inicial “Holy Water”, un tema cañerito que sonó más potente que en disco, pero perfectamente equilibrado, con teclas y guitarras compartiendo plano con algo más de protagonismo para estas últimas con un gran Vinny Burns una vez más, y sobre todo con la voz del señor Bailey sorprendiendo por su calidez, profundidad y elegancia. Una especie de Gary Hughes pero con más potencia, perfectamente arropado por las melodías que proponían el resto de músicos.
El sonido Dare-Ten estaba presente, pero con un no sé qué más que lo hacía muy atractivo, más dinámico quizás, y jugando con la sorpresa, agradable en este caso, como factor añadido. Así siguieron repasando otra media docena de buenos temas de su disco, como la magnífica “Hold Me Now” hard melódico británico de manual con un fantástico ritmo y estribillo, la más épicas a medio tiempo “Twisted Soul” y “Kathmandu” con un pletórico Burns exhibiendo su depurada técnica, para dejar que Nigel desplegara sentimiento a chorros en la entrañable “Don’t Let Me Fall”.
En la parte final, ya con el público más receptivo y menos expectante, fueron capaces de implicarles a base de palmas con la potente “Hellfire Highway” y sobre todo en con el single “Trouble In A Red Dress” que sonó francamente bien para redondear una muy buena actuación que acabó por arrancar una rotunda y merecida ovación del respetable.
Estaba claro que la primera jornada empezaba a coger color y que la intensidad iba a ir in crescendo a medida que fueran pasando las bandas. Así llegábamos a uno de los motivos principales de mi presencia en el festival, la oportunidad de poder disfrutar en directo de los responsables del que fue para mí el mejor disco del 2013, los británicos SNAKECHARMER. Una banda que recoge la esencia de los Whitesnake más bluesies, pero adornada con unos sonidos A.O.R. fantásticos para dar como resultado unas buenísimas composiciones que, por cierto, se me quedaron cortas en lo que número se refiere en su actuación, dejándonos sólo media docena de las mismas. Eso sí, vaya tela como sonaron y que bien nos supieron.
Y es que cuando uno se encuentra con dos guitarristas tan elegantes y con tanto gusto como Laurie Wisefield (ex Wishbone Ash) y Mickey Moody (ex Whitesnake), con un teclista tan enorme y versátil como Adam Wakeman (de casta le viene al galgo), con un metrónomo espectacular como Neil Murray (ex Whitesnake, Gary Moore…) al bajo, y con el carisma y la distinción vocal de Chris Ousey (ex Virginia Wolf, Heartland), todos ellos acompañados por un batería al que no conocía y que no desentonó para nada sustituyendo al gran Harry James (Thunder, Magnum), la cosa muy mal se tenía que dar para no resultar un conciertazo.
Y así fue, una auténtica delicia musical que se abrió de forma tremenda con la pegadiza “Guilty As Charged” con las guitarras de Moody y Wisefield rivalizando en clase y feelin’ junto al espectacular aporte de los sonidos de órgano de Wakeman, para que Ousey empezara su particular muestrario de registros vocales. Se tornaron más insinuantes con “A Little Rock and Roll” en clave blues-rock de lujo, para seguir con la más hard “Accident Prone” absolutamente genial, rematando esta primera andanada con la preciosa balada “Falling Leaves”, que cortó un poco el rollo sobre todo por la prolongación en forma de solo blues-sureño de Moody que aun siendo bien recibido creo que podían haberlo cambiado por algún otro tema que se quedó en el tintero como por ejemplo “Cover Me In You” o “Stand Up”.
A partir de aquí y hasta el final mucho Whitesnake, empezando por una sorpresiva “Slow & Easy” acompañada por las pertinentes palmas del respetable, y a la que sucedieron una buenísima “Smoking Gun”, último tema propio que tocaron, para cerrar por todo lo alto con la versiones primigenias de los himnos “Here I Go Again” y “Fool For Your Lovin’” saliéndose la pareja de hachas, y Ousey que sin necesidad de calcar el tono de Coverdales sí fue capaz de imprimirlas una fuerza y una marca propia de lo más interesante.
Gran concierto, corto para mi gusto, completando casi una hora de auténtica gozada situándose entre los más destacados de todo el festival. Señores promotores, si quieren una banda clásica, elegante, con feelin’ y con buenísimos músicos, aquí la tienen. Deseando verles con sus show completo en sala de aforo menor.


Tras el buenísimo regusto de los clásicos, era el momento para volver a disfrutar de una de las formaciones más brillantes y competentes del hard rock melódico actual, los escandi americanos W.E.T. Legaba un poco expectante a la cita, ya que la primera vez que les vi el año pasado en Inglaterra me dejaron un poco a medias, lejos de su excelente producción en estudio con dos enormes trabajos. Pero esta vez sí, sí dieron el do de pecho y salieron airosos con una actuación llena de fuerza y clase, con un excelente Jeff Scott Soto al mando de las operaciones, en forma como hacía tiempo que no le veía, acompañado siempre por ese genio que es Erik Martensson que además de tocar muy bien la guitarra rítmica, alterno en las voces con su habitual acierto y competencia, además de con su particular sentido del humor, presentándose en escena con una camiseta de los black metaleros Unleashed.
La parte más cañera, pero no menos precisa y elegante, la ponía un gran hacha como Magnus Henriksson su compañero en Eclipse, un guitarrista seguramente a descubrir por muchos, pero que crece a pasos agigantados cada vez que le veo con cualquiera de sus formaciones, dejando las melodías más envolventes al amigo Robert Sall (Work Of Art) que volvió a cambiar su guitarra habitual por los teclados, que como mínima pega, tardaron en sonar todo lo que debían. Para acabar de dar solidez y sustento estaban Andreas Passmark (Royal Hunt) al bajo y por el sustituto a la batería que no conseguí reconocer de Robban Back que por asuntos familiares no pudo acudir al festival.
Digo que salieron airosos del trance ya que por momentos no gozaron del mejor sonido posible, algo saturado por momentos, pero terminando por sonar notablemente. Y es que con los temazos que se soltaron muy mal se tenía que dar, sobre todo insisto por la siempre imponente figura de Jeff Scott Soto que cantó muy muy bien. Empezamos a notarle esa mejoría respecto a citas anteriores ya desde el inicio con la ultra pegadiza y melódica “Walk Away”, tema con el que abren su último directo en Estocolmo y que fueron desgranando prácticamente por su mismo orden.
Así fueron cayendo “Learn To Live Again” plena de intensidad y fuerza con Martensson alternando estrofas con Soto, la enorme “Invincible” tirando más de riffs cañeros, o la balada “Love Heals” en la que el vocalista norteamericano consiguió ponernos la piel de gallina con su interpretación. Recuperaron ritmo y potencia con la siempre efectiva “Rise Up”, seguida por la vacilona “Bad Boy” dedicada como siempre a Magnus, que se marcó un solo tremendo, que endureció seguidamente en la poderosa “Still Unbroken”, de nuevo con mayor presencia de la voz de Erik.
La última parte de la actuación estuvo llena de emotividad, con una deliciosa “Broken Wings” con la esencia del A.O.R. más clásico inundando la sala, que siguió emocionándose con dos temas más tranquilos pero más intensos si cabe como “If I Fall” y “Comes Down Like Rain” con la figura del añorado Marcel Jacob siempre presente. “Borthers In Arms” recuperó el pulso con la concurrencia siendo cantado su matador estribillo por los presentes con ese rollo Talisman indisimulable como perfecto preludio antes del cierre con “One Love” que lleva camino de clásico del hard melódico, si no lo es ya, redondeando una muy buena hora en la que fueron al grano obviando solos, recuerdos de sus otras bandas y largas parrafadas, para dejarnos muy satisfechos.


Tras un descanso algo más amplio que los anteriores me pareció notar un apreciable aumento de personal para assitir a las dos últimas descargas de la noche, comenzando por HARDLINE. La banda de Johnny Gioeli que conquistó a los seguidores del hard melódico a principios de los noventa con esa joya hecha disco titulada "Double Eclipse", y que ya lleva unos cuantos años de vuelta con desigual fortuna tanto en directo como en estudio. Una irregularidad que volvió a repetirse en esta ocasión, ya que si bien temas, calidad y actitud les sobran al vocalista norteamericano y a sus acompañantes, no sé cómo se las arreglan para acabar por hacer que sus conciertos acaben por parecerme excesivamente plomizos.
Y eso que empezaron realmente bien, sonando poderosos y sólidos con un tema reciente como "Danger Zone" que es de los que mejor resulta en directo de los últimos, pero claro, la mayoría al final queríamos disfrutar de sus grandes clásicos, algo que comenzamos a hacer de inmediato con dos muy buenas interpretaciones de la rotunda "Takin' Me Down" tan agresiva y adictiva como de costumbre, y de la más melódica "Everything" con la voz de Alessandro del Vecchio brillando detrás de sus teclados acompañando a la de Gioeli.
Vuelta al siglo XXI con "Fever Dreams" otro buen tema que mantuvo el nivel de intensidad y potencia preludiando al pelotazo "Dr. Love", pero luego la cosa decayó lamentablemente con un bloque en el que mezclaron retazos de las relajadas "In This Moment" y "Voices" insertando unos solos de teclados y batería tan correctos técnicamente como prescindibles.
Mejoraron momentáneamente con la tórrida "Life's A Bitch", para volver a espesarse sobremanera con la bonita balada "In The Hands Of Time" que alargaron en exceso incluyendo un buen solo de guitarra de Josh Ramos que quedó muy bonito, pero que en directo me pareció excesivamente largo. Me da la sensación de que Gioeli lleva demasiado tiempo junto a Axel Rudi Pell y eso acaba por llevarlo a su banda.
El final retomó lo mejor de Hardline con dos de sus himnos más celebrados y coreados, la venenosa "Hot Cherie" y la no menos impactante "Rythm From A Red Car" dejándonos un curioso pique vocal entre Del Vecchio y Gioeli ante la atenta mirada de sus compañeros entre los que quiero destacar a la bajista Anna Portalupi que volvió a marcar el ritmo con su alegría y competencia habituales. Así nos dejaron con un buen sabor de boca enmendando su tramo anterior excesivamente lento y aburrido para muchos que aprovecharon para salir a tomar el aire, retornando casi a la carrera en cuanto empezaron a sonar las primeras notas de "Hot Cherie" como si de un toque de corneta se tratara.


Y si Hardline acabaron bien, dentro de sus habituales altibajos, los encargados de cerrar la primera jornada fueron una máquina de hard rockear de principio a fin, algo que a estas alturas no nos debería sorprender pero que siguen consiguiéndolo por muchas veces que les veamos en directo. Y es que TESLA una vez más lo volvieron a hacer, marcándose un pedazo de concierto pleno de fuerza e intensidad en el que poco importaba si sonaban temas nuevos, clásicos, recientes, daba lo mismo, con un sonido matador, gordo, nítido, una patada cargada de riffs y melodías como muy pocos saben hacer en directo.
Tras la pertinente intro enlatada empezaron avasallando con "I Wanna Live", un buen pelotazo para arrancar y para comprobar que Jeff Keith y compañía siguen en una fantástica forma. Vale que J.K. no será el mejor cantante del mundo en lo que a capacidad y técnica vocal se refiere, pero a carisma, actitud y capacidad de transmisión en escena muy pocos le superan.
Pero si además está sustentando por una base rítmica tan perfectamente compenetrada y tan sólida como la que forman el bajista Brian Weath y el batería Troy Lucketta, una vez más excelentes, y por una de las parejas de guitarristas más solventes y con más feelin' de la escena como la que forman el genial Frank Hannon y el cada vez más protagonista Dave Rudd, poco más queda por añadir, sencillamente enormes.
A todo esto siguieron tirando de clásicos de sus primeros discos con himnos atemporales como "Hang Tough" rematada por un incendiario solo de Hannon, que tiró de slide seguidamente para dejarnos una fantástica interpretación de la polvorienta "Heaven's Trail (No Way Out)" que fue coreada casi con rabia por un respetable que se entregó desde el comienzo. "Into The Now" abrió un bloque más actual pero igual de atractivo, en el que aprovecharon para presentar dos temas nuevos que aparecerán en su próximo disco "Simplicity" que se pondrá en circulación en unas semanas. Fueron "Mp3" de cadencia pesada pero con ese regusto marca de la casa tan adictivo, y "Ricochet" que me dijo algo menos pero que tampoco desentonó.

Tras esta mínima presentación de novedades ya hasta el final pudimos disfrutar de clásico tras clásico, comenzando por las relajadas "What You Give", "Love Song" y "Signs" con presencia acústica y eléctrica alternando momentos llenos de pasión y emoción, sobre todo en el solo que se marcó Rudd en "Love Song", sin duda uno de los momentazos del festival, además luciendo una camiseta de Paco de Lucía como homenaje al genio algecireño.
La traca final fue arrolladora con "Modern Day Cowboy" siempre ganadora, "Little Suzi" maravilloso volver a disfrutarla en directo después de bastante tiempo, y la furiosa "Commin' Atcha Live" que cerró como se merecía una nueva exhibición de clase y poderío de la mano de una de las bandas más grandes e infravaloradas de la historia del hard rock, siempre Tesla.


Recuperamos fuerzas con un reparador descanso en nuestro hotel y volvíamos a la carga para la segunda fecha del festival con la misma curiosidad y ganas que el primer día, comenzando por las actuaciones de dos nuevas formaciones encabezadas por féminas. La primera de ellas ADRENALINE RUSH, formación sueca que parece una apuesta fuerte por parte de Frontiers para captar a público más joven y hard rockero, contando como principal reclamo con la presencia de la atractiva vocalista Tave Wanning, que si bien lo intentó moviéndose e insinuándose continuamente atrayendo hacia sí todas las miradas, a la hora de la verdad acabó mostrando las carencias propias de su inexperiencia, tanto a nivel puramente vocal como de coordinación de movimientos.
Muchas subidas sin sentido, idas de tono, gritos irritantes por momentos, en fin, muy mona y muy entregada la muchacha pero todavía con muchas cosas por pulir. En cuanto a los temas pues sonaron todos bastante parecidos, hard rock guitarrero y algo sucio por momentos, de estribillos facilones y algunos efectivos incluso como los de la marchosa "No, No, No" o de la directa "Oh Yeah!", pero sin excesivo lustre.
Para terminar de "arreglarlo" cerraron con una muy mejorable versión del clásico "Long Live Rock n' Roll" de Rainbow, se les agradece la intención y el recuerdo, pero espero que Ronnie James Dio no la escuchara porque me imagino que se revolvería allá donde esté. En fin, lo mismo acaban siendo un grupazo de referencia, pero de momento por lo que mostraron en Trezzo, les queda mucho por trabajar.


Decía antes que teníamos ración doble de féminas en el inicio de esta segunda jornada del Frontiers Rock Festival, y después de la alocada Tave, le tocaba el turno a la estonia Lenna Kuurmaa, conocida por su participación en Vanilla Ninja, y que presentaba en sociedad su nuevo proyecto MOONLAND. Para empezar la puesta en escena era completamente distinta, elegante y sobria, aunque pecando quizá de sosa, desde su indumentaria mucho más recatada que la de su predecesora, ni tanto ni tan calvo, hasta su prácticamente nula movilidad, parecía que alguien le había clavado los zapatos al suelo del escenario, al igual que a sus acompañantes que, por cierto, en el caso del guitarrista estaba más para figurar que para tocar como luego aclararé.
Eso sí, a nivel de elegancia, musicalidad y saber estar Lenna se mostró impecable, con una preciosa voz muy melódica, pero también bastante potente, como pudimos empezar a comprobar con un buen tema como "Heaven Is?" que sirvió para abrirnos el apetito. En primera instancia no percaté de la labor del guitarrista, que se limitaba a rascar acordes sin mucha complicación, cuando de repente empezaban a sonar unos solos grabados que salían disparados desde los teclados, de ahí lo que comentaba de la figuración.
Algo que quedó muy artificial y algo pasteloso, pero que servía para completar la buena interpretación de la vocalista que siguió dejándonos buenos momentos de aromas eurovisivos con temas como "Open Your Heart", la balada "I Need You Now", el medio tiempo "Over Me" o la más rockera "Paradise" que sirvió para cerrar una agradable actuación tan correcta como prefabricada, que viniendo de donde veníamos nos supo bastante bien.


Otra de las formaciones que más curiosidad habían despertado dentro del cartel era el combo L.R.S., o lo que es lo mismo el proyecto conformado por el vocalista Tommy La Verdi (21 Guns), el guitarrista Josh Ramos (Hardline, The Storm, Two Fires) y por el batería y cantante Michael Shotton (Von Groove) que recientemente han publicado un gran disco de debut recogiendo buena parte de la esencia de sus ex bandas.
Seguramente lo que más me llamaba la atención era poder ver como defendía en directo los temas un vocalista como La Verdi al que era la primera vez que veía en directo y que creo que pasó con muy buena nota el examen. Un tanto acelerado e histriónico por momentos, pero simpático y buen comunicador se hizo con el escenario sin parar de moverse, mostrando un buen estado vocal apoyado por el inefable Alessandro Del Vecchio desde los teclados que como siempre volvió a lucirse en ambas facetas. También acompañaba al grupo un segundo guitarrista que desarrolló con corrección su labor.
Empezaron fantásticamente con un gran tema como "Our Love To Stay", con su sonido Journey / The Storm total, para continuar con una no menos brillante "Livin' 4 A Dream" single oficioso de su disco "Down To The Core", cuyo tema título cayó a continuación en clave más hard. Todo con un sonido sólido y cristalino, con Ramos emanando magia desde su guitarra, con Shotton demostrando que es tan buen batería como cantante, y con La Verdi sin parar de lado a lado del escenario, sonriendo continuamente, contagiando positivismo y demostrando que, aunque se tenga una edad más o menos avanzada se puede ser divertido en escena sin necesidad de echarse la mano a la entrepierna, y no miro a nadie.
Se explayaron algo más con la relajada "Universal Cry", un tema bonito pero que yo hubiera cambiado por algún otro del disco para el directo, sobre todo porque fue el último que tocaron de su cosecha propia sumando únicamente un tercio de los que componen el trabajo que se supone que presentaban por primera vez en vivo. Algo que fue compensado por los tres temazos que nos tenían reservados para el final y que tocaron enlazados recordando a las bandas de cabecera del trío titular.
El primero fue "I Have A Lot To Learn About Love" de The Storm, maravillosa pieza de A.O.R. de muchos quilates y que intentaron desarrollar con la alternancia de voces de La Verdi y Del Vecchio al modo Chalfant-Rollie de la original, pero que acabó siendo cantada casi íntegramente por el teclista trasalpino de forma excelente. Luego vino un giro más hard para terminar con la festiva y ultra pegadiza "Once Is Not Enough" de Von Groove con La Verdi poniendo el micro a Shotton para que cantara desde la batería resultando uno de los momentos divertidos del show, para cerrar definitivamente con una fantástica "Knee Deep" de 21 Guns en la que el vocalista norteamericano terminó de desatarse.
Muy buen concierto, buen espectáculo, entretenido y dinámico, que no me hubiera importado que se hubiera prolongado algo más. Esperemos que tenga continuidad en el futuro.


Y ya metidos en harina más cañera les tocaba el turno a unos chicos que acabarán por encabezar no tardando mucho este tipo de festivales. Hablamos de ECLIPSE, con varios de sus componentes repitiendo tras su participación con W.E.T. el día anterior, pero igual de frescos y enérgicos que de costumbre. Y eso que empezaron con bastantes problemas de sonido, sobre todo con el micro de Erik Martensson que tuvo que cambiarlo más de una vez, pero sin parar de moverse y animar a la concurrecia, inferior en número a la del jueves, pero también entregada al buen hacer de los suecos.
"Wylde One", "Not Dead Yet", "Wake Me Up" están empezando a convertirse en himnos coreados en cada uno de los conciertos de Eclipse, y una vez más así fue en esta ocasión ganándose al público desde el inicio. Con "Battlegroudns" volvieron a conquistarme, con su rollo celta irlandés a lo Gary Moore-Thin Lizzy, quedando más patente la labor del teclista John Berhin, que no siempre acompaña al grupo en sus directos y que, vestuario horterilla aparte, se entregó como el que más.
Bajaron las revoluciones con el atormentado medio tiempo "A Bitter Taste" un tema que creía que no encajaba demasiado bien en directo, pero que a fuerza de verlo me va convenciendo más, al igual que los más inmediatos "Bleed & Scream", "Under The Gun" o la buenísima "S.O.S." con un pletórico Erik que luego se colgó una guitarra acústica para dar réplica a la punzante eléctrica de Magnus Henriksson en la apasionada "About To Break".
El cierre vino con una extraordinaria "Breaking My Heart Again" para acabar de demostrar por qué Eclipse son desde hace ya algún tiempo una de las bandas más en forma del hard melódico mundial.


Con lo que venía a continuación ya íbamos sobre aviso después de escuchar su disco, bastante flojo y pesado para mi gusto, y sobre todo tras haber visto algunos vídeos en internet de actuaciones previas de la banda. Y es que lo de RED DRAGON CARTEL, la banda montada por el guitarrista Jake E. Lee, fue sin duda para algunos entre los que me incluyo, lo más decepcionante y tostón de todo el festival, hasta el punto de llegar pasar de su actuación después del cuarto tema.
Con un sonido opaco, sucio, saturado por momentos, era muy difícil intentar descifrar lo que salía desde el escenario, comenzando por un tema conocido como "The Ultimate Sin" de la etapa de Jake E. Lee con Ozzy, y que no llegué a reconocer hasta bien entrado el mismo. Era como una especie de solo continuo sin excesivo sentido en el que entraba la voz de Darren Smith, que parece que se ha aburrido de tocar la batería con Harem Scarem y ahora quiere ser frontman, pero visto lo visto casi mejor que se quedara detrás de los tambores. Una cosa es cantar con desgarro y potencia y otra cosa es chillar y destrozar los temas, algo que siguió haciendo con la más potable de las grabadas en el disco "Decieved" que sin sonar todo lo bien que debiera aun pudo ser salvable. Todo lo contrario que la pesadísima "War Machine" que fue un suplicio, al igual que la versión de "High Wire" de Badlands, que a nivel de guitarra no estuvo mal, pero que a nivel vocal fue un espanto, aplicable lo mismo aquí a Ray Gillen que a Dio con el "Long Live Rock n' Roll" perpetrado por Adrenaline Rush.
A partir de aquí decidí que había mejores formas de pasar la tarde y salí a que me diera el aire entrando de vez en cuando en la sala para comprobar que la bola de sonido seguía rodando sin brillo alguno, rematada por otra penosa versión de "Bark At The Moon". Lo dicho, una pena que un músico al que tenía en alta estima como Jake E. Lee arrastre su prestigio con actuaciones como esta, al menos si cambia de cantante puede que le de otra oportunidad.


Pero como dice el refrán, "siempre que llueve escampa", y lo mejor estaba por llegar con dos pedazo de conciertos que casi por sí solos merecieron aguantar la tortura anterior. El primero de ellos vino de la mano de otros que, como en el caso de Tesla, nunca fallan, los daneses PRETTY MAIDS volvieron a explosionar toda su dinamita en directo para dejarnos otro show para el recuerdo. No sé cómo lo hacen para conseguir que temas actuales cuyo sonido no me acaba de llenar en estudio, sí lo haga por completo en directo, caso de las iniciales "Mother Of All Lies" o "I See Ghost" con las que abrieron fuego tras una pomposa intro, y que supusioeron un importante salto cuantitativo en lo que ha potencia y calidad se refiere respecto al resto de bandas del día.
Y eso que la voz de Ronnie Atkins empezó bastante fría, como siempre dejándose todo pero sin acabar de sonar, algo que ya mejoró con la potente "Final Day Of Innocence" y sobre todo con una impactante "My Soul To Take" que con su enorme melodía se me quedó grabada, ese estribillo apasionado y ese balance de teclas y guitarra fue sencillamente genial, siendo una de las dos nuevas que presentaron pertenecientes a su última entrega "Louder Than Ever".
Tras las primeras descargas actuales, tiempo para recordar los clásicos ochenteros con dos piezas santo y seña del grupo como "Yellow Rain" que sonó muy muy heavy con Ken Hammer rascando su guitarra sin tregua, mientras Allan Tchicaja aporreaba sin piedad su batería, y la más melódica y coreada "Rodeo" siempre resultona. Otro clásico entrañable para recordar a Phil Lynott con una maravillosa "Please Don't Leave" pura emoción coreada por todos los presentes que se entregaron a la causa sin remisión.
Pequeño y curioso break en el set con un breve fragmento de "Another Brick In The Wall" de Pink Floyd que enlazaron con la poderosa "I.N.V.U.", a la que sucedió una no menos potente "Nuclear Boomerang" la otra nueva que cayó y que me convenció tanto o más que estudio, sonando dura, pegadiza y eficaz. Se relajaron un poco antes de la traca final con "Little Drops Of Heaven" en la que los teclados de Morten Sandager se dejaron notar con fuerza, para romper con poderío luego en el riff asesino de "Back To Back" que hizo que el cuello de más de uno sufriera los rigores de su frenético ritmo.
La divertida y pegadiza "Red, Hot and Heavy" hizo que la gente coreara puño en alto siguiendo el ritmo marcado por Atkins, para acabar de agotarnos con la explosión que supone siempre en directo "Future World", redondeando una nueva demostración de poderío por parte de unos veteranos que siguen más vigentes que nunca.


Pues si Pretty Maids dejaron el escenario calentito, los que lo ocuparon después acabaron de arrasarlo. Y es que por mucho que se empeñen algunos, STRYPER, temáticas cristianas aparte, es una pedazo de banda de heavy metal que le da unas cuantas patadas a muchos que van de adoradores de Satán. Qué barbaridad, que caña metieron, en que forma están y que manera de repartir cera.
Tras clavar enlatada “Battle Hymn Of The Republic”, con el célebre “Glory Glory Alellujah” tomaron posiciones y empezaron a sacudir sin compasión con la primigenia “Sing Along Song” con esos coros que se meten hasta el tuétano sobresaliendo sobre un sonido altísimo y algo saturado que se fue corrigiendo paulatinamente para acabar siendo de lo más rotundo y brillante. Ya con una afiladísima “Loud & Clear” la cosa mejoró, hasta que la cortaron en seco para presentarse y hacer los agradecimientos pertinentes reenganchándola después con rotundidad.
Prosiguieron con un bloque más melódico pero igualmente poderoso enlazando sin pausa “Reach Out”, “Calling On You”, “Free” y “More Than A Man”, con esos coros de nuevo inmensos y con unas guitarras absolutamente matadoras tanto de un Oz Fox en la mejor forma que le he visto nunca y con un Michael Sweet que clavó más de un solo, además de cantar como un auténtico poseso, o elegido mejor en este caso. Si necesidad de pegar los subidones agudos de antaño mantiene intacta toda su potencia vocal adaptando sus capacidades dando un toque de madurez que en absoluto le resta actitud.
Por su parte Robert Sweet tenía un cabreo de importantes dimensiones, no sé quién sería el encargado de montar su set de batería pero desde luego se lució. Sabiendo que Robert toca de lado se equivocaron de orientación con los platos tapándole. Algo que no le lastró en exceso a la hora de tocar con su habitual pegada, pero que si le hizo mostrar cierta incomodidad. Algo que no se le notó a un suelto y feliz Tim Gaines que además de marcar con precisión el ritmo desde su bajo colaboró magistralmente en los coros junto a Oz.
Después del baño ochentero era el momento de escuchar el directo nuevo material del gran “No More Hell To Pay” un pedazo de disco del que nos dejaron tres de sus temas más cañeros, comenzando por la frenética “Legacy” con unas guitarras durísimas, pero nítidas, que hubieran firmado desde Accept hasta Testament, haciendo que los headbangers movieran de nuevo el cuello. El tema título siguió cañero pero dando un ligero respiro más rítmico, para cerrar el bloque de novedades con la marcial “Marching In To Battle” que prácticamente nos puso a marcar el paso a golpe de redoble.
Nueva charla de Michael para sorprendernos con dos temas que aparecían en su álbum de versiones “The Covering”. La primera una espectacular “Breaking The Law” de Judas Priest que fue coreada puño en alto por el público supuestamente A.O.R. o más melódico, y una no menos potente “Shout It Out Loud” de Kiss que dudo mucho que Paul Stanley y Gene Simons pudieran defender actualmente mejor de lo que lo hicieron Stryper.
Otro momento sorpresivo fue la recuperación de uno de los temas de su infravalorado LP “Against The Law”concretamente nos dejaron “All For One And One For All” pasando más desapercibida, todo lo contrario que la balada por excelencia de la banda, “Honestly” que una vez más solo con Michel Sweet exhibiendo voz sobre el piano grabado, vale no está mal, pero me gustaría más que la hicieran alguna vez con la instrumentación completa.
Se aproximaba el final y todavía quedaban tres himnos indispensables, comenzando por una afiladísima “The Way” que nos taladró el oído con sus guitarras, siguiendo por el himno “Soldiers Under Command” con ese encanto indescriptible de la distorsión de antaño, para cerrar a modo de bis con la inmensa “To Hell With The Devil” que puso el broche final por todo lo alto a una actuación sencillamente brutal. Sin duda la mejor de la media docena de veces que he visto a Stryper.


Ya con el cansancio haciendo mella, pero con muchas ganas de seguir la fiesta, llegábamos al último día de la primera edición este Frontiers Rock Festival el aliciente máximo de su cabeza de cartel, pero todavía teníamos que disfrutar antes de un buen puñado de actuaciones que en su mayoría resultaron bastante satisfactorias. Empezando por la de CRAZY LIXX, unos chicos que siempre me han gustado en estudio y que no había vuelto a ver en directo desde que lo hice hace ya unos cuantos años en un escenario mínimo del Sweden Rock Festival cuando todavía no llegaban a la mayoría de edad ni habían publicado su primer disco oficial.
Entonces ya mostraron un descaro y una actitud que podía llevarles lejos si pulían sus lógicas carencias técnicas, y visto lo visto creo que lo han conseguido con creces. Mantienen sus virtudes potenciadas por un sonido fresco y convincente donde mezclan melodías vocales claras y directas con buenas armonías de guitarra dentro de unos temas pegadizos y convincentes.
Abrieron rockeando a base de bien con “Rock And A Hard Place” ganándose a una concurrencia que ya se veía que iba a ser la más numerosa de los tres días del festival llegando ya a primera hora prácticamente a completar los tres cuartos de aforo. Una audiencia que pudimos disfrutar de la presentación de un tema nuevo, “Sympathy” que aparecerá en su próximo trabajo y que sigue las coordenadas habituales de la banda, directa, pegadiza, melódica, muy buen tema.
A lo bien que arrancaron hay que añadir la imagen todavía insultantemente joven y hard rockera de los chicos, con un frontman como Danny Rexon que sin necesidad de sobreactuar ya muestra un aplomo y unas tablas notables, bien rodeado por dos notables hachas como son Andy Dawson y Edd Liam que brillaron tanto con sus guitarras como en los coros, al igual que el bajista Jens Sjoholm que forma una compacta base rítmica con el poderoso aporreador Joel Cirera. Los cinco nos metieron aún más en fiesta con “Whiskey, Tango, Foxtrot” tema de choque de su última entrega hasta la fecha “Riot Avenue” de la que curiosamente tocaron menos que de la anterior “New Religion” que copó gran parte del repertorio.
Más dureza para “Lock Up Your Daughter”, tirando de distorsión más alta que mantuvieron en la áspera “Riot Avenue” con las guitarras echando humo, para tranquilizarse un poco con el medio tiempo “Blame It On Love” que mostró el buen gusto que tiene la banda para las melodías vocales. El cierre lo pusieron dos de los temas con los que empezaron a abrir brecha en sus comienzos, la coreada “21 Til I Die”, y la más “antigua” todavía “Heroes Are Forever” de su primer LP “Loud Minority” que volvió a sonar igual de bien, o incluso mejor que cuando salió. Muy buen concierto de estos chicos que creo que en sucesivas oportunidades deberían disponer de más tiempo que los 35 minutos que tuvieron.


Curiosamente la siguiente actuación, durando lo mismo que la de Crazy Lixx, se me hizo mucho más larga. Y es que los recelos que me despertaba con sus discos la señorita ISSA, se vieron plenamente ratificados la primera vez que la veía en directo. Buena planta, presencia escénica, ganas de agradar, pero lejos de lo que para mí debe ser una buena vocalista de A.O.R., yéndose demasiado de tono, quedándose a medias en más de una ocasión, y apoyándose en exceso en la buen trabajo coral de su mentor Alessandro Del Vecchio que aparecía por última vez sobre las tablas del Live Club. Además del teclista multitarea, acompañaron a la cantante escandinava los habituales músicos de cabecera de Frontiers, luciendo especialmente el guitarrista Mario Percudani que siempre me ha parecido de lo más elegante.
Abrieron fuego con “Dream On” la versión de los canadienses Boulevard que recoge Issa en su último trabajo de versiones “Can’t Stop”, y que no sonó ni mal ni bien, correcta, limpia, pero lejos de la original. Ya empezó a arrancarse con temas propios con la comercial “Looking For Love” que sonó mejor, al igual que una edulcorada “Angels Crying” bastante menos potente que en la versión en estudio de su primer disco “Sign Of Angels”.
A partir de aquí la voz empezó a abandonar la sueca por momentos y ya puede darle las gracias al señor Del Vecchio de cómo le cubrió, sobre todo en el medio tiempo “Invincible” y en la magnífica “Can’t Stop” de Aviator que “adornaron” con alguna que otra ida de tono, quedando mucho más hueca la popera “I’m Alive”. Media docenita de temas fueron suficientes para corroborar que Miss Oversveen mucho tendrá que mejorar para acabar por convencerme.


Y después de la azucarada sesión de Issa, era el momento de volver a echarnos a la cara un par de días después a uno de nuestros frontmen favoritos, JEFF SCOTT SOTO, en esta ocasión con su banda en solitario que cada suena más compacta y sólida en directo. Lo primero que hay que decir es que Soto volvió a convencer, ratificando su gran show del jueves anterior con W.E.T., y cantando con una garra y soltura espectaculares, además muy bien rodeado de cuatro elementos a cual mejor a la hora de meter voces.
No teníamos muy claro si este iba a ser un concierto especial o uno más de su gira recorriendo temas de toda su carrera, y nos encontramos con show que, salvo el casi imprescindible guiño a Talisman esta vez en forma de enorme medley, estuvo compuesto íntegramente por temas de la cosecha propia del vocalista neoyorquino. Algunos recuperados después de bastante tiempo sin haberlos tocado en directo y que siempre es un gusto volver a escuchar.
Pero para empezar lo hicieron con un tema reciente como “Take You Down”, recogido en su último disco en estudio “Damage Control” y que sirvió para ir calentando motores y cogiendo posiciones tanto en el escenario como en la pista ya bastante abarrotada. A partir de ahí empezaron a caer temas más reconocibles y coreables como “21st Century” que con su rollo funky melódico volvió a sonar muy bien resaltando los coros del guitarrista/teclista brasileño BJ y del activo bajista David Z, mientras que el batería Edu Conimato y nuestro paisano Jorge Salán también ayudaban pero más pendientes de sacar lustre a sus instrumentos.
Y a fe que lo consiguieron, sonando magníficos, encajando perfectamente en las melodías propuestas por Jeff, desde las más cañeras como en “Drowing” hasta una espectacular “Believe In Me” que me encantó volver a escuchar en directo con un fantástico trabajo de guitarra de Jorge, al que se unió en “Look Inside Your Heart” un invitado de lujo como Joel Hoekstra de Night Ranger, para participar al igual que en el disco, y que con su imponente presencia rozando el metro noventa de altura hizo que el resto de músicos quedaran algo minimizados visualmente.
Tras esta aparición estelar despliegue de melodía con un trío ganador, “Soul Divine”, “Holding On” y “Eyes Of Love”, a cual mejor y más redondas, fantástico el grado de compenetración y complicidad que ha conseguido Soto con estos músicos. Lo de “Eyes Of Love” sobre todo resultó absolutamente soberbio.
Pero es que lo que venía a continuación merecía un preludio de tal altura, ni más ni menos que un medley de nueve fragmentos de Talisman incluyendo “Day By Day”, “Give Me A Sign”, “XTC”, “Dangerous”, “Just Between Us”, “Mysterious”, “Frozen”, “Crazy” y la inevitable “I’ll Be Waiting”. Sencillamente mágico, sonando con una fluidez y agilidad impropia de este tipo de interpretaciones. Seguro que el recordado una vez más Marcel Jacob estará orgulloso.
Se despidieron como viene siendo habitual con la impactante “Stand Up” de la banda sonora de “Rock Star”, y en la que el frenetismo se apoderó del escenario con Jorge desatado saltando chispas del mástil de su Gibson. Gran concierto, algo corto a pesar de alcanzar casi la hora de duración, y que esperamos ver ampliado y mejorado próximamente en la sala Shoko de Madrid.


Diáspora notable tras el torbellino Soto, y muchos huecos entre el público para asistir a la actuación del veterano vocalista británico JOHN WAITE. Otro que me despertaba muchas dudas tras escuchar algunas opiniones no demasiado favorables a cerca de su concierto en Madrid de hace unos meses, pero que afortunadamente se marcó un concierto de lo más cañero y entretenido, siempre dentro de unos límites.
Tenía cierto temor a que Waite se acomodara en registros medios y bajos, o en sonidos acústicos, pero nada más lejos de la realidad, su show fue pura adrenalina eléctrica, con sus momentos tranquilos lógicamente, y redescubriendo a un señor que parece tener ganas de seguir dando todavía mucha guerra y que según se comentaba parece que podía haber dado buena cuenta del mueble bar del hotel, algo que no mermó para nada su buenísima ejecutoria vocal.
Salieron con fuerza tirando de dos temas bastante rockeros como “Change” y “Back On My Feet Again” con la guitarra de Keri Kelli (Alice Cooper) sobresaliendo con más distorsión de la previsible, pero atemperada por unos teclados más tímidos que resaltaron más en la más tranquila “Better Off Gone” que fue un pequeño respiro pero sin bajar el pistón de intensidad.
Se calmó definitivamente el ambiente con la interpretación prácticamente a cappella junto al público del baladón “When I See You Smile” de Bad English en la que, al igual que luego en “Best Of I What I Got” eché muchísimo de menos sus teclados originales, la verdad es que el teclista estuvo prácticamente oculto durante todo el concierto dejando el protagonismo a Kelli y a una muy competente base rítmica.
Entre los temas de Bad English hubo tiempo de desmelenarse con una acelerada y apropiada “Saturday Night” y con una apasionada “Everytime I Think Of You” donde Waite tiró de garganta hacia arriba, al igual que en la fresca y festera “Head First”. Antes nos había dejado una deliciosa interpretación de su mega single “Missing You” coreada a pulmón por todos los asistentes.
Cierre sorpresivo y plenamente hard rockero con una pedazo de versión de “Whole Lotta Love” de Led Zeppelin con dos solazos tremendos de bajo y guitarra incluidos, para corroborar que este no era un simple festival de A.O.R., por si quedaba alguna duda. Grande John Waite.


Una vez metidos en plena fiesta hard rockera, quienes mejor que DANGER DANGER para continuarla. Esa era la idea a priori, pero ciertamente los norteamericanos no tuvieron precisamente su mejor día. No sé si estaban nerviosos por algunos problemas de sonido con su equipo, a estas alturas no creo, por algún tipo de desajuste en escena, o porque simplemente debería ir pensando en cambiar de guitarrista urgentemente. Y no es que Rob Marchello me parezca un mal guitarrista, simplemente creo que no pega para nada en Danger Danger, excesivamente barroco en sus arreglos fuera de lugar por encima de la melodía central de los temas.
Pero no flojeó sólo Marchello, Ted Poley cantó bastante por debajo de lo que nos tiene acostumbrados, aunque no parara de moverse e interactuar con la gente, y ni siquiera la solidez de Bruno Ravel con el bajo y de Steve West en la batería fueron las habituales. Aun así demostraron que tienen tablas suficientes para sacar adelante un show aunque sólo sea por la cantidad de hits que pueden ofrecer en directo, desde “Rock America”, con los teclados grabados eso sí, hasta la gamberra “Naughty, Naughty”, pasando por himnos del hard melódico como “Don’t Blame Me Don’t Love”, “Bang Bang” o “Bite The Bullet” que desgranaron con desigual fortuna.
A todo esto los temas que mejor me sonaron fueron la más A.O.R. “Hearts On The Highway” única ajena a sus dos primeros discos, la desenfrenada “Crazy Night”, y por razones que no vienen al caso una divertidísima “Monkey Business” que hizo que nos pasáramos un buen rato de risas. Entre medias hubo tiempo para que Poley bajara entre público que ya abarrotaba el local cantando con ellos la entrañable balada “I Still Think About You”.
Sin duda han tenido noches mejores, pero siguen siendo sinónimo de diversión. Eso sí, a ver si convencen a Andy Timmons con su próxima reunión y podemos volver a disfrutar de la mejor alineación de la banda con continuidad.


Y si Danger Danger nos dejaron algo a medias, algo parecido aunque en menor medida me pasó con WINGER. Es curiosa la evolución estilística que ha sufrido la música del grupo americano, dejando atrás hace tiempo su hard melódico lindante con el A.O.R. para endurecer y oscurecer notablemente su sonido, pero sin olvidarse de la clase y saber hacer de sus músicos, encabezados por un Kip Winger que estuvo casi mejor como instrumentista al bajo y a los teclados que como vocalista rasgando en exceso y perdiendo por momentos su poderosa voz.
Menos mal que para eso estaban al quite la pareja de guitarristas, sobre todo el gran Reb Beach que además de gustarme cada vez más como toca la guitarra canta como pocos (viene entrenado de Whitesnake), y tampoco lo hizo nada mal un desconocido guitarrista que o bien sustituía a John Roth, o bien era el mismo completamente cambiado de imagen.
Empezaron arrasando con la reciente “Midnight Driver Of A Love Machine”, un buen tema, alejado del estilo más melódico de Winger, pero competente y con la suficiente pegada como para atraernos, cambiando de registro de inmediato con la célebre “Madelaine” que también sonó más dura de lo habitual. A partir de aquí la cosa se puso un poquito espesa, con una intro que nos llevó hasta una atormentada “Hungry” casi irreconocible que chirrió en exceso saturando y forzando demasiado la voz de Kip, que ya se empezaba a resentir en temas menos exigentes como “Pull Me Under” o “Blind Revolution Mad”.
Recupero un mejor tono con “Down Incognito” que alargaron con un prescindible solo de guitarra para enlazar con la nueva “Rat Race” segundo y último tema que dejaron de su último disco “Better Days Commin’” y que resultó bastante bien en directo con su aire motero y acelerado. Mejor que “Deal With The Devil” o “Stone Cold Killer” que tocaron después con escaso refrendo popular, que recuperaron con la emotiva “Miles Away” en la que Kip se puso al teclado y en la que soltó algún que otro gallo indisimulable.
“Headed For A Heartbreak” supuso un correcto puente para llegar a lo mejor del show con los temazos que nos ganaron a finales de los ochenta, “Can’t Get Enough” y “Ez Come Ez Gone” fueron celebrados con júbilo a pesar de no ser interpretados con total fidelidad haciéndolos más crudos, antes de rematar con un brillante solo de Reb Beach que preludió al último bis “You’re The Saint I’m The Sinner” con el que nos dejaron tras hora y cuarto de intensa aunque mejorable actuación.


Tres días de festival, veinte bandas vistas, unos cuantos miles de kilómetros recorridos, pocas horas de sueño, todo ello para llegar al momento culminante de un inolvidable fin de semana. Era el momento de volver a disfrutar para algunos y para hacerlo por primera vez para otros de la que es para mí una de las bandas más grandes de la historia del hard rock norteamericano, NIGHT RANGER.
Cuando hace tres años les vi por primera vez en Suecia aquello fue un sueño hecho realidad, por fin veía en directo a uno de mis iconos de la juventud, y os aseguro que el impacto que volvieron a causar en mi esta vez no fue mucho menor que la primera. Increíble la clase magistral de saber estar en un escenario que volvieron a dar Blades, Keagy, Gillis, Hoekstra y Levy, divertidos, sólidos, dinámicos, melódicos, entregados, agradecidos, profesionales como pocos pero para nada rígidos, en fin, un señor grupazo que sonó de escándalo desde los primeros acordes de “Touch Of Madness” un tema movidito para acabar de ganarse a un local que ahora sí presentaba un lleno prácticamente absoluto.
Otras dos joyitas de la primera época como “Sing Me Away” y “Rumours In The Air” continuaron la fiesta, con un Jack Blades absolutamente genial al bajo y a la voz, siempre bien respondido por un no menos espectacular Kelly Keagy que desde su set de batería se salió, mientras Brad Gillis y Joel Hoekstra rivalizaban en poses, riffs y solos alternándose con gusto y precisión, sin olvidar la importante aportación de los teclados de Eric Levy.
Guiño actual con “Lay It On Me” que sonó igual de bien, para bajar luego el ritmo con una preciosidad como “Sentimental Street” con la voz de Keagy y el solo de guitarra de Hoekstra poniéndonos la piel de gallina, para ceder luego el protagonismo a Blades recordando a sus Damn Yankess con la optimista “Coming Of Age” que fue acogida con estruendo por los presentes.
Prácticamente sin tiempo para recuperar el resuello atacaron con los sonidos sintetizados de “The Secret Of My Success”, que precedieron a la presentación del nuevo single del grupo “High Road” que sonó igual de bien que el resto con un deje ligeramente country, que desapareció por completo con otro pelotazo ochentero como “Eddie’s Coming Out Tonight” en la que las guitarras se doblaban magistralmente.
Nuevo receso tranquilo volviendo a Damn Yankees con la sublime “High Enough” que nos inundó con su magia electroacústica, prolongada en una no menos emocionante “Goodbye”, absolutamente espectacular, y en mi gran debilidad del grupo “Four In The Morning” sin palabras, puro lujo de armonías vocales e instrumentales. Con “When You Close Your Eyes” mantuvieron la intensidad a medio tiempo, para romper mucho más rockeros sobre las guitarras de “Don’t Tell Me You Love Me” con Blades haciendo participar al público en su estribillo antes de parar para los bises.
A la vuelta tras una breve espera Keagy se puso en el centro del escenario abandonando su set de batería para empezar a cantar con una pasión y elegancia sublimes el tema que seguramente les esté pagando su jubilación “Sister Christian”, al igual que con “Four In The Morning” me quedo sin calificativos, pura magia. Y el final no podía ser otro que con la no menos conocida “(You Can Stil) Rock In America” toda una declaración de intenciones que hicieron extensiva a Italia, Europa y a todo el mundo y que dejó aquello patas arriba a base de palmas, coreos y solos de guitarra grandiosos.
La verdad es que la gente de Frontiers no podía haber escogido un mejor para echar el cierre a la primera edición de su festival, y al igual que Stryper y Tesla, Night Ranger tiraron de galones demostrando porque eran los elegidos para estar en la parte más alta del cartel.
Desde aquí nuestro agradecimiento y enhorabuena a todos los que han hecho posible este gran evento, animándoles a organizar una próxima edición, eso sí, si son dos días en vez de tres y cinco bandas en vez de siete por día casi mejor, que uno ya tiene una edad. Pero por bandas del sello no será, para la próxima así a bote pronto se me ocurren: Y&T, Pride Of Lions, Work Of Art, Mr. Big, Primal Fear… vamos que por grupos y por variedad no será, otro de los puntos fuertes la variedad, no sólo de A.O.R., de hard rock o de heavy metal vive el hombre.
Lo dicho gracias y felicidades.
Ciao.
Texto: Mariano Palomo
Fotos: Diego L. Pérez