Dentro del frenético inicio de mes de diciembre que hemos tenido en Madrid en lo que a conciertos se refiere, el pasado viernes les tocaba el turno a dos de las formaciones más interesantes de la escena hard rockera europea, unos ya perfectamente asentados y referentes absolutos del género desde hace unos años, y otros menos experimentados pero que, visto lo visto, pueden discutirles el cetro a los primeros.
Lo primero que me sorprendió
gratamente fue la gran entrada que presentaba la Sala But ya desde antes de la
salida del primer grupo de la noche, llegando a superarse ampliamente los tres
cuartos de entrada de su aforo, que si hacemos caso a la información de su web
supondría habernos juntado unas ochocientas personas, lo cual me parece un
exitazo tremendo. Seguramente el hecho de que la fecha estuviera en medio de un
largo puente, el ser principios de mes, y la actuación de Helloween al día siguiente en el Wizink Center con muchos que
hicimos doblete (por cierto histórico el show de los alemanes), influyeron para
que se diera esa gran afluencia de público.
Como decía, además de los cabezas
de cartel que seguro fueron los máximos responsables del lleno casi absoluto,
muchos teníamos ganas de ver como se desenvolvían en vivo unos jóvenes chicos
de Wigan (¡qué recuerdos de aquellos magníficos festivales Gods Of A.O.R. en la
pequeña ciudad de las Midlands!) que atendiendo al nombre de BIGFOOT han sacado uno de los mejores trabajos de hard
melódico de los últimos meses. Un disco que para ser su primer larga duración,
amén de un par de EPs previos, sorprende por su frescura y versatilidad, yendo
de hard clásico, al heavy melódico, pasando por guiños funkys o sleazies, algo
que fueron capaces de llevar al directo con gran efectividad.
El quinteto salió a matar, no
hicieron prisioneros, y encabezados por un magnífico Antony Ellis a la voz comenzaron con la vacilona y eficaz “Tell Me
A Lie” con una melodía vocal y un timbre similares a los de Danny Vaughn (Tyketto), y en la que las
guitarras de Sam Millar y Mick McCullagh destilaban clase y
poderío recordando por momentos a los Extreme
de Nuno Bettencourt. Todo sonaba rotundo
y nítido, con una base poderosa en la que Matt
Avery además de hacerse cargo con total solvencia de bajo apoyó muy bien a
los coros, mientras Tom Aspinall reventaba
los parches de su batería con aplastante precisión.
Siguieron sin pausa con la más
cañera “Run” con las guitarras punzantes cortando su ritmo con mucho rollo a lo
Gotthard más actuales sin dejar de
lado en absoluto la melodía, como sucedió en la más cruda pero asequible “Uninvited”
con un coreo espectacular seguido por las palmas del respetable golpeando sobre
sus buenos riffs que se inflamaron sobre el tremendo groove de “Freakshow” con
un rollo circense de lo más infeccioso.
Después de tanta energía
desbocada momento para relajarnos con la preciosa balada “Forever Alone” en la
que Ellis se salió acompañado de
unas cuidadas e intensas melodías de guitarra, para volver a atacar con fuerza
y determinación dejándonos la movida “Bitch Killer” de nuevo con los coros
destacando dentro de su ritmo vivo con las guitarras de Millar y McCullagh doblándose
a lo Praying Mantis y con un aullido
inicial a lo Coverdale.
Nos trajeron de nuevo el recuerdo
a Extreme con “Blame It On The Dog” que
nos puso a corear a toda la sala siguiendo su contagioso ritmo con unos marcados
golpes de chaston, para cerrar definitivamente sus tres cuartos de hora de
concierto con la melódica y pegadiza “The Fear” que entre las palmas nos
transportó a los sonidos que descubrimos en aquellos Gods de su Wigan natal.
Magnífico colofón para una gran actuación que sorprendió a más de uno y que
reafirmó las buenas sensaciones que nos habían dejado en estudio, lo dicho, si
siguen así pueden dar mucho que hablar en el futuro, bien por Bigfoot.
Con el listón muy alto por la
actuación anterior les tocaba el turno a ECLIPSE. Una banda que por derecho propio se ha
convertido en los últimos años en una de las mayores realidades de hard
melódico y que una vez más nos visitaba en la capital para regocijo de su cada
vez mayor legión de seguidores, en esta ocasión con bastante presencia de gente
de fuera de Madrid. Así, y tras una breve intro enlatada, tomaban las tablas
los cuatro suecos para atacar con “Veritgo”, tema de choque de su último trabajo
“Monumentum” que venían a
presentarnos con amplia representación en el set y que ya fue coreada a grito
pelado por todos los presentes con el genial Erik Martensson al mando de las operaciones micro en mano,
perfectamente flanqueado por su inseparable Magnus Henriksson a la guitarra y por el siempre eficaz Magnus Ulfstedt al bajo, con el más
recientemente incorporado Philip Crusner
a la batería cerrando la formación.
Sin apenas respiro continuaron
con el himno “Bleed & Scream” que una vez más sonó espectacular en vivo, aunque
el micro de Erik le dio algún
problema bajándose de volumen haciendo que los coros de los Magnus tuvieran que ser más
protagonistas junto a las palmas de unos fans que se entregaron sin condiciones
desde el primer segundo. Siguió la fiesta con “The Storm” uno de los temas más
claros y rotundos de su penúltimo disco “Armageddonize”
(2015), demostrando que se puede sonar actual y con clase sin necesidad de
perderse en arreglos fuera de lugar.
Siguió el show con la banda sonando
muy bien ya con la voz de Martensson
en condiciones con otro de los temas que se ha convertido en clásico e
imprescindible en sus conciertos “Wake Me Up” fuerza, elegancia, pasión,
magnífica con ese estribillo que se clava sin remedio, endureciéndose luego el
sonido con la más rockera “Jaded” sonando la guitarra de Henriksson más afilada, para bajar luego ritmo que no intensidad
con la descarnada balada “Hurt” y con “To Mend a Broken Heart” en la misma
línea tranquila pero apasionada ya con Erik
acompañando en la guitarra rítmica con una preciosa Gibson Explorer.
A partir de aquí el concierto
empezó a entrar en una fase más pesada y aburrida, con un prescindible solo de
batería de Crusner que intentó adornar
con las notas de “Carmina Burana” por debajo y que como suele suceder en estos casos
fue la excusa perfecta para acercarnos al servicio o a la barra, antes de
enlazar con una más que correcta “S.O.S.” acompañada de un bonito juego de
luces como preludio de un set acústico con Martensson
y Henriksson al frente del escenario
para interpretar la balada “Live Like I’m Dying” que les quedó muy bien, “Wide
Open” y “Battlegrounds”, que les quedaron más flojas comparadas con lo potentes
que suenan en eléctrico, sobre todo la segunda que debería sonar siempre en su
formato original.
Después de este pequeño bajón de
media hora aproximadamente retomaron la electricidad poco a poco con “Downfall
Of Eden” todavía con Erik con la
acústica colgada y con una gran carga dramática y melódica en su interpretación,
atacando luego con bríos renovados para encarar el último tercio del concierto comenzando
por una enérgica “Black Rain” que dio paso un momento instrumental que, si bien
fue ejecutado con un gran nivel técnico, tampoco acabó de convencernos sonando
algo espeso y que bien podía haber dejado sitio para algún otro tema del grupo
de los que se quedaron en el tintero (“For Better Of For Worse”, “Ain’t Dead
Yet”, “About to Break”, “Breaking My Heart Again”).
Afortunadamente aún quedaba un
buen rato ya sin parones ni bajones de intensidad para poder disfrutar de los Eclipse más rotundos comenzando por una
tremenda “Blood Enemies” coreada a pleno pulmón por los fans que siguieron
metidos en harina con una no menos poderosa “Stand On Your Feet” que sirvió
como cierre antes de un brevísimo descanso para llegar a los bises.
Unos bises que se abrieron con el
tema que probablemente a día de hoy mejor les funcione en directo “I Don’t
Wanna Say I’m Sorry” que desató la locura entre las primeras filas,
perfectamente secundada a continuación por la primigenia “Never Look Back” de
su LP “Are You Ready To Rock” (2008)
que fue recibida igualmente de forma espectacular siguiendo sus enormes coros,
para acabar de rematar la faena en la misma línea con una excelente “Runaways”
todo rollo y energía para acabar de dejarnos con un muy buen sabor de boca.
Al igual que el primer tercio del
concierto, un cierre magnífico que arregló en buena medida esa media hora
perfectamente recortable, algún fragmento acústico puede haber y suelen hacerlo
bastante bien en este formato, pero si además se unen con un solo de batería y
una instrumental intranscendente la cosa bastante de nivel. En cualquier caso
otro buen concierto de Eclipse que
ya parecen haberse ganado el estatus de banda grande con mayúsculas, con todo
lo bueno y lo menos bueno que ello implica, esperemos que no se lo crean
demasiado y que sigan ofreciendo sus shows con la eficacia y entrega
habituales, y que se olviden de hacer experimentos en próximas ocasiones.
Mariano Palomo