jueves, 28 de enero de 2016

QUIREBOYS

23 de enero 2016. Sala Copérnico

Hacer una crónica de un concierto de QUIREBOYS la verdad es que resulta bastante sencillo, ya que suelen utilizar siempre la misma fórmula en escena repitiendo prácticamente el 80% del set list, contando por llenos sus citas, al menos a las que yo he podido asistir en Madrid que ya son unas cuantas desde que actuaron por primera vez en la capital en la mítica sala Canciller en 1993, y donde solemos reencontrarnos la mayoría de los integrantes de su fiel base de fans. 
Y esta vez la cosa no fue diferente, la Sala Copérnico de Argüelles, donde ya tocaron hace casi tres años, abarrotada por muchas caras conocidas creando el habitual ambiente festivo y de buen rollo de un público con una media de edad que empieza a ser ya respetable sin apenas presencia de veinteañeros, por no hablar de menores que afortunadamente ya pueden acceder a los conciertos en las salas en la Comunidad de Madrid, y sobre todo con la presencia sobre las tablas de una máquina de hacer rock & roll como son los británicos.

Siempre con el vocalista Spike al frente derrochando carisma y simpatía y esta vez mostrando una muy buena forma física y vocal, por lo que me cuentan bastante mejorado respecto a su última aparición en Madrid junto a Tyla. Escoltado a ambos lados por una pareja de guitarristas tan eficiente y por momentos brillante como la que forman Paul Guerin y Guy Griffin, secundados por un notable Keith Weir a los teclados dando su toque imprescindible al sonido del grupo, y sostenidos por una novedosa base rítmica recientemente incorporada con un bajista y un batería desconocidos para la mayoría de los presentes que  cumplieron aunque algo atropellados en algunos momentos.
Como decía antes el repertorio de la banda es bastante previsible, por otra parte algo que no parece disgustar a sus fans, más bien al contrario, centrándose sobre todo en su primer trabajo “A Bit Of What You Fancy” con el que nos conquistaron para siempre hace más de tres lustros y del que una vez más dieron buena cuenta interpretando nada menos que nueve temas. Pero comenzaron con la menos habitual “Black Mariah” perteneciente a su LP “Well Olied” (2004) con la que empezaron a ganarse al personal, continuando con la contagiosa “Too Much Of a Good Thing” con la que ya empezamos a corear y bailar a saco.
Todo sonaba bastante potente, con el punto justo de suciedad y con un Spike que reitero puede que sea una de las veces que más en forma le he visto, llegando mejor a las notas y tonos de las canciones sin perder nada de su esencia y magnetismo, con la siempre acertada colaboración coral de sus fieles escuderos en el escenario. Primer recuerdo para el disco de debut del grupo con la encantadora “Misled”, a la que sucedió la festiva “The Finer Stuff”, tras la cual llegó para mí uno de los mejores momentos de la noche con la maravillosa “There She Comes Again” que sonó magnífica, al igual que la entrañable “Roses and Rings”.
Guiño a su trabajo más reciente “St. Cecilia and The Gypsy Soul” con la más pesada “Gracie B” que bajó un poco el movimiento en la sala, recuperándolo de inmediato con la directísima y elocuente “This Is Rock & Roll” con Guy tirando de slide, antes de relajarse para embaucarnos con esa preciosidad que es “Mona Lisa Smile” y con la también relajada de aires western “Wippin’ Boy” ampliamente coreada.
Con “Tramps and Thieves” volvió el meneo, incrementándose casi exponencialmente con el hit “Hey You” de nuevo con ese sonido slide característico, dejando luego más protagonismo para el sonido de los teclados de Keith en la sencilla y encantadora “Beautiful Curse”. Antes de los bises otros dos de los estandartes de la discografía de Quireboys, “Sweet Mary Ann” como siempre creciendo espectacular desde su tranquilo comienzo para romper luego intensísima, y “7 O’Clock” o como montar un fiestón tirando de armónica, riffs enganchantes y estribillo ultra coreado.
Tras un mínimo parón vuelta a las tablas con esa maravilla de balada que es “I Don’t Love You Anymore” interpretada con un sentimiento y desgarro enormes por todo el grupo con Spike haciendo vibrar al público, volviendo a coger la armónica seguidamente para darle todo el rollo el mundo a la movida “Don’t Bit The Hand” con la que volvieron a despedirse pero dejando un recado que fue inmediatamente recogido por el respetable. Evidentemente no podían irse sin dejarnos la celebérrima “Sex Party” coreada y palmeada con ganas, dándole un toque especial con la colaboración de Jaime Olivares al saxo, miembro de The Wild Ones, grupo madrileño de rockabilly que abrieron la velada a tan temprana hora que no llegamos a verles.
Poco más que añadir, algo más de hora y media sin apenas respiro de puro rock & roll festivo, bien ejecutado y como siempre plenamente disfrutado por todos los presentes que seguramente repitamos mayoritariamente cuando Quireboys vuelvan a visitarnos, por muchas veces que sean nunca nos parecen suficientes.
Texto: Mariano Palomo
Fotos: Diego L. Pérez