5 de febrero 2016.
Sala Penélope
Cuando hace casi un par de meses
asistíamos a la presentación de su “Antología
Casual”, el Mariskal Romero lanzaba
el guante al alma mater de ASFALTO, Julio Castejón, de llenar el Palacio de
los Deportes antes de terminar el presente año 2016 diciendo que si se conseguía
nos invitaba a cenar a los presentes. Lo que en su momento me pareció una
pequeña boutade por parte del veterano productor y periodista, puede que no sea
tan descabellado a la vista de la impresionante respuesta que han recibido por
parte del público madrileño las dos convocatorias en directo de la banda
madrileña, no como para llenar el recinto de la Plaza de Felipe II, pero una
Riviera seguro que hubiera lucido más que el antiguo garaje de Moncloa donde
agotaron las entradas en dos fechas separadas por apenas dos semanas.
Y no es que la sala Penélope sea
de las peores de la capital, ni mucho menos, sobre todo en lo que a sonido se
refiere, pero cuando se abarrota resulta bastante incómoda, algo que en
cualquier caso pasó un plano secundario cuando con una exquisita puntualidad
aparecieron saludando al respetable los cinco músicos que en la actualidad forman
Asfalto.
Siempre con el citado Julio Castejón a la cabeza encargándose
de la guitarra y voz principal, acompañado por su hijo Paul en la otra guitarra, flauta y voces, además de por el batería Arturo García, el bajista Pablo Ruíz y el teclista Nacho de Lucas. Todos ellos excelentes
músicos como pudimos comprobar durante dos horas en las que emotividad y
calidad se unieron para recorrer cuatro décadas de historia de nuestra música.
Además contando con el aliciente de volver a juntar después de un montón de
años sobre un escenario a Miguel Oñate
con Julio Castejón, pero eso vendría
más adelante.
Comenzó la sesión con una
virtuosa interpretación llena de sinfonismo de la clásica “Al Otro Lado”,
explayándose todos y cada uno de los componentes de la banda, con especial
mención para Nacho que con sus teclados
brilló con luz propia. Tras dejarnos con la boca abierta con esta magnífica
exhibición pasaron sin descanso a la igualmente añeja “Ya Está Bien”, ejecutada
con gran fuerza e intensidad arrancando los primeros palmeos del público con Paul metiendo acertadamente su voz
junto a la de su padre, relajándose después con la entrañable “La Otra María”
con Julio tirando de acústica de
doce cuerdas haciendo que la nostalgia inundara la sala.
Tras esta primera mirada al
pasado se arrancaron con “Secuencia Para un Gran Momento”, tema de choque de su
última entrega en estudio “El Color de lo
Invisible” que sonó realmente bien con su delicada melodía central pero en
absoluto exenta de poderío instrumental alargándola un poco, bajando el pistón
luego con la evocadora “El Pescador de Sueños” del álbum “Utopía” (2008), volviendo al recuerdo setentero con “No Estás Solo”,
tema no demasiado conocido de los inicios del grupo que sonó también muy bien
en clave sinfónica a lo Marillion en
su inicio de teclados.
Densificaron un poco el sonido
con la más oscura “Lleno de Rabia”, composición de Arturo García que el mismo se encargó de cantar desde su batería
que, por cierto, tocó con una sobriedad y precisión enormes. Recuperó el
protagonismo vocal Julio con la
preciosa “Molinos de Viento” rescatada del LP“El Planeta de los Locos” (1994), para cedérselo luego a Miguel Oñate, para más de uno razón
principal de su asistencia al evento.
Salió Oñate a escena con chaqueta y corbata sobre las inconfundibles
notas de teclado de “Más Que Una Intención”, sin duda uno de los momentos cumbres del
show con el vocalista que grabó el disco homónimo y “Cronophobia” mostrando su fuerza y elegancia haciendo que nos
emocionáramos con su brillante interpretación, prolongándola en una enérgica “La
Batalla” que sonó tremenda con unos muy buenos coros y una gran pegada en su
base rítmica.
A todo esto, sin apenas complicidad entre Miguel y Julio, algo que
en cierto modo me sorprendió, pero bueno, no es cuestión de elucubrar sobre la
relación de ambos ni sobre las motivaciones que tuvieron para volver a unirse,
era el momento de seguir disfrutando de un enorme concierto.
Y eso es lo que seguimos haciendo
con otro temazo como “Desaparecido”, de nuevo con los vibrantes teclados de Nacho marcando el paso, dejando una
parte central más lenta con Oñate
ya sin chaqueta ni corbata enarbolando una bandera con el símbolo de la paz en escena y alargando su
final, antes de enlazar con otro clasicazo como “Es Nuestro Momento”,
sencillamente mágico coreado a pleno pulmón por todos los presentes.
Miguel abandonó el escenario sin acabar de despedirse para dejarnos
al resto de la banda con otro trío de clásicos antes de los bises, comenzando
por el himno “Días de Escuela” que adornaron con algún toque de flauta por
parte de Paul y que obviamente
también fue cantado con fuerza y emoción por una veterana audiencia que sin
duda la ha tenido como parte de la banda sonora de su vida, retumbando a coro con
la estrofa final “Enseña a tu hijo a amar la libertad”.
Con un listón tan alto
la posterior “Mujer de Plástico” supuso un pequeño relajo en clave progresiva
setentera, volviendo a subir la temperatura con la festiva “Capitán Trueno”
donde Paul tomó mayor protagonismo
vocal alternando con Julio y dejando
sus inconfundibles toques de flauta.
Despedida antes de volver tras un
mínimo descanso con la no menos entrañable “Rocinante” después de que
apareciera para saludar uno de los fundadores del grupo, el batería Enrique Cajide que asistió desde detrás
del escenario a otro precioso momento de comunión entre grupo y público
cantando todos juntos.
En el último tramo volvió Oñate para dejarnos una excelente
interpretación de “La Paz Es Verde” llena de poderío y cierta teatralidad
interactuando con Paul, al igual que
en la primigenia “Ser Urbano” haciendo el papel de José Luis Jiménez, al que en algunos momentos eché en falta al
igual que a Lele Laina.
Gran final para un fantástico
concierto que fue enganchándonos desde un inicio más sinfónico y virtuoso hasta
un cierre entrañable y más rockero completando un apasionante recorrido por la
brillante trayectoria de una de las bandas más grandes e infravaloradas de
España.
Esperemos que como dijo Julio
Castejón esto sea un capítulo más dentro de una historia que todavía sigue escribiéndose
y a ver si con un poco de suerte el Mariskal
nos tiene que pagar esa cena. Grandes Asfalto.
Texto: Mariano Palomo
Fotos: Diego L. Pérez