viernes, 1 de diciembre de 2017

RATA BLANCA / WALTER GIARDINO’S TEMPLE

29 de noviembre 2017. Sala La Riviera


Interesante y curioso cartel el que se nos ofrecía el pasado miércoles en una de las noches más frías de los últimos meses en Madrid a la ribera del Manzanares con la actuación por partida doble de uno de los músicos más geniales y reconocidos del panorama latino americano, el guitarrista Walter Giardino. Una oferta que dadas las circunstancias: la desapacible temperatura ya comentada, ser un día entre semana y el aluvión de conciertos y confirmaciones para próximos eventos, aventuraba una floja respuesta del público, por otra parte bastante fiel con muchos fans con raíces al otro lado del charco, unos temores sobre el público que cuando llegamos a las puertas de la sala parecían confirmarse con el ambiente más desangelado que recuerdo en una previa de un concierto en muchísimo tiempo. Afortunadamente la cosa se fue animando poco a poco y dentro de una Riviera de aforo limitado por telones laterales y en la parte superior, al final el aspecto fue bastante presentable rondando los cuatrocientos asistentes.

Como decía tocaba disfrutar de Giradino por partida doble, comenzando por su proyecto TEMPLE, una historia que arrancó hace ya casi veinte años pero que sólo cuenta con un trabajo de estudio en su discografía y por el que han pasado ilustres del hard rock  mundial como Doogie White o Joe Lynn Turner entre otros, y que para esta ocasión y siguiendo la imborrable estela Rainbow ha contado nada más y nada menos que con Ronnie Romero a la voz. Ya de por sí este me pareció uno de los mayores alicientes para abandonar el calor del hogar y desplazarme a orillas del río capitalino, y a fe que mereció la pena. Tampoco quiero dejar de señalar el excelente trabajo del teclista Javier Retamozo que tuvo bastante protagonismo a lo largo de la actuación, y por supuesto de la base rítmica formada por los dos miembros de Rata Blanca que repetirían después junto a Walter, el ya veterano Fernando Scarcella a la batería, pegando con una precisión y potencia tremendas, y el recientemente incorporado Pablo Motyczak al bajo que entró hace unos meses sustituyendo al tristemente fallecido Guillermo “El Negro” Sánchez siendo un excelente sustituto.

Por lo que sabíamos de shows anteriores con Temple, Giardino confeccionaba sus sets repartiendo los temas entre los de su disco junto a un buen número versiones de clasicazos de la saga Purple más alguna sorpresilla, y eso es lo que pudimos disfrutar comenzando por dos temas propios “Corte Porteño” y “Sobre La Raya” que sonaron rotundos aunque algo embarullados tanto por el sonido como por las luces blancas que por momentos cubrían el escenario y que apenas nos dejaban intuir lo que allí estaba pasando. El sonido fue mejorando hasta ser bastante bueno ya con una escalofriante versión de “Mistreated” de Deep Purple, ya con unas luces más cómodas aunque luego se volvieron otra vez bastante molestas, y con un Ronnie soberbio que recogió la primera gran ovación de la noche antes de que Walter se explayara rindiendo pleitesía al maestro Blackmore.

Más Temple con “Héroe de la Eternidad” tema que me convenció bastante con su halo evocador, más que la cañera “Cacería” intensa pero algo atropellada, mejorando notablemente con una deliciosa “Azul y Negro” llena de clase y sentimiento. Antes nos hicieron mover el pie con otro clásico purpeliano como “Lady Double Dealer” y después tiraron para arriba de distorsión con una gran revisión de “Crying in the Rain” de Whitesnake con una destacada aportación de teclados de Retamozo que siguió brillando con otra delicia hecha tema como es “Street of Dreams” de Rainbow con otra gran interpretación de Ronnie para seguir confirmando su enorme versatilidad.

Se pusieron algo más barrocos y malmsteenianos llegando al final con “Alquimia” que sonó más que correcta, antes de atacar la previa de los bises con una aplastante y algo retocada en su solo “Neon Knights” de Black Sabbath tras la cual se retiraron brevemente volviendo tras los primeros acordes de “Lazy” que enlazaron con una enérgica “Lost In Hollywood” plena de poderío con el bajo de Pablo dejándose notar y con alguna variación también en sus líneas de guitarra aunque manteniendo su melodía central con fidelidad.

Nuevo pequeño parón, breve intro de teclas y ataque guitarrero con una excelente “Speed King” en la que Javier y Walter se marcaron un brillante duelo mientras Ronnie seguía poniendo toda la carne en asador, para acabar de rematar la faena sin pausa con un vibrante “Brun” que puso el cierre a un muy buen concierto que se alargó casi a la hora y media de duración para satisfacer a una audiencia que, aunque empezó algo fría, acabó por entregarse al buen hacer de los actuales Temple.

Tras esta primera actuación y dado que más de la mitad de los músicos repetían, no hubo que esperar demasiado para, tras la clásica intro enlatada de presentación, volver a disfrutar de una de las bandas más grandes que ha dado el rock hispano americano, los argentinos RATA BLANCA. Hacía mucho que no les veía, creo que desde que actuaron en el Viña Rock de 2004, y desde entonces los discos que han ido sacando me seguido convenciendo bastante, sobre todo el último de hace un par de años “Tormenta Eléctrica” que me parece que no habían venido a presentar todavía a España, o al menos a Madrid. Y fue con un tema de este trabajo con el que abrieron, la motivante “Los Chicos Quieren Rock” muy bien recibido por los fieles a pesar de alguna que otra deficiencia técnica en el micro de Adrián Barilari al que se le iba y venía la voz, algo que no acabó de solucionarse en todo el concierto para deslucirlo, pero que no mermó en absoluto la entrega y el carisma habituales del vocalista.

Sin tregua siguieron con uno sus clásicos más coreados “Sólo Para Amarte”, continuando con la más actual “La Otra Cara de la Moneda” que me encantó con la voz ya más reconocible y con unas excelentes melodías de teclas de la mano de Darío Moschen acompañando a un elegantísimo Giardino a la guitarra, que metió más velocidad y potencia en la menos llamativa “El Jugador”, pasando a terrenos esotéricos con “El Círculo de Fuego” explayándose en sus partes instrumentales.

Más temas nuevos con “Tan Lejos de Aquel Sueño” de nuevo con las teclas brillando para dar soporte a su clarísimo estribillo que nos hizo botar junto a Barilari, para ponerse más crudos con la potente “Rock and Roll Hotel”, antes de relajarse con otra preciosidad como es “Aún Estás en mis Sueños” en la que el público arropó al menudo vocalista que seguía con sus problemas de micro que continuaron en “La Llave de la Puerta Secreta” llegando a dar la vuelta a los monitores de voz para ponerlos mirando hacia el público que lo reclamaba en las primeras filas.

Fue creciendo en intensidad y velocidad el set con la motivante “Agord, La Bruja” con la guitarra de Walter echando humo y con los puños en alto acompañado su marcado ritmo hard rockero, para llegar a continuación un pequeño break desapareciendo las luces y la banda de escena para presentar en sociedad a Christian, hijo de Giardino, que se encargó de los tambores dando el relevo temporalmente a Fernando para interpretar de manera más que competente la celebrada “Chico Callejero” en el que se amagaron los primeros pogos, reproduciéndose en una magnífica “El Sueño de la Gitana” con la banda sonando tremenda antes de llegar a los bises.

Unos bises bastante prolongados que se abrieron con una intro lírica que dio paso a “El Reino Olvidado” que pasó un poco más desapercibida antes de llegar a los momentos más intensos y emotivos de la velada, primero con una impresionantemente bella “Mujer Amante” coreada a pleno pulmón por el público poniéndonos los pelos de puta, seguida por la dedicatoria de Walter al Negro en una potentísima “Guerrero del Arco Iris”, para terminar de agotarnos tras más de tres horas de intenso show con el clásico absoluto de la banda “La Leyenda del Hada y el Mago” que fue el remate para más de uno que venía bien refrescado, y no por el clima precisamente.

En definitiva un gran reencuentro con una de las bandas de cabecera en español para muchos de los que les descubrimos allá por finales de los ochenta, con un aperitivo de lujo con Temple, y que por desgracia quedó algo deslucido por los fallos técnicos mencionados, y en el que el gran ganador fue el híper activo Walter Giardino, sin desmerecer en absoluto a sus compañeros. Aguante la Rata.

Texto: Mariano Palomo

Fotos: Diego L. Pérez

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