jueves, 1 de junio de 2017

KALOS FESTIVAL


27 de mayo 2017. Sala La Riviera

El pasado sábado se ponía de largo un nuevo festival dedicado al hard rock melódico en Madrid, algo por lo que han clamado los seguidores del género de nuestro país pero que, a la hora de la verdad, parece que no acabó de resultar lo suficientemente atractivo como para llenar una sala de aforo medio-alto como La Riviera. La sala capitalina cubrió unos dos tercios de su aforo llegando en los momentos de mayor asistencia a los mil doscientos asistentes aproximadamente. Una buena cifra para lo que estamos acostumbrados en otros eventos de este estilo, pero que me dio la impresión que se quedó un poco corta respecto a la expectativas de los promotores.
Supongo que la discutida gestión en las redes sociales de algunas acciones promocionales por parte de los organizadores y la caída del cartel a pocos días del festival de los suecos SNAKES IN PARADISE, la única banda que no hemos visto todavía por aquí y que era uno de los reclamos principales para muchos, fueron alguno de los factores determinantes para que no se produjera un “Sold Out” rotundo como podía pensarse viendo el grado de excitación creado en las mencionadas redes sociales que cada vez me parecen menos fiables a la hora de predecir el número de asistentes a los conciertos.

Por citar algunas circunstancias criticadas en los días previos, no creo que el precio echara a mucha gente para atrás, más aun teniendo en cuenta las cantidades que se piden en otros festivales similares o incluso en conciertos de una o dos bandas. Y el hecho de no poder salir de la sala nada más que una hora en mitad del evento tampoco creo que tuviera mayor incidencia, de hecho cuando se pudo salir hubo muy poca gente que lo hiciera.

A pesar de todas estas quejas previas, algunas más justificadas que otras, una vez dentro del recinto pudimos disfrutar de una magnífica organización, con una producción a la altura, gozando de un sonido notable o sobresaliente incluso en muchos momentos, con una puntualidad exquisita en los horarios, y con una comodidad de la que no solemos disfrutar en otras salas sin pasar nada de calor con el aire acondicionado en su punto y una amplitud que hizo que agradeciéramos el que no se abarrotase. Lo más mejorable me parecieron las luces, sobre todo con las primeras bandas, no estuvieron mal pero creo que podían haber sido mejores.

Y en cuanto a las bandas todas cumplieron prácticamente con lo esperado, comenzando por los madrileños ATLAS, que entraron en el cartel a última hora sustituyendo a los inicialmente anunciados Snakes In Paradise. Así, a las 17:00 h., como decía antes con total puntualidad, salieron a dejarse la piel durante media hora nuestros paisanos teniendo la difícil misión de convencer a un público que poco a poco iba accediendo a la sala y que les miraba, salvo los más fieles, con una mezcla de curiosidad y fiscalización, acabando por convencer a la mayoría con una actuación llena de energía y buen hacer.

Con un frontman de lujo como es Ignacio Prieto lograron ir metiéndose en harina con la más que apropiada “Contra Viento y Marea”, sonando realmente rotunda aunque algo alta de volumen con el bajo de Angel Arias comiéndose un poco a la voz de Nacho y el sonido de la guitarra de su hermano Manolo, mientras José Martos seguía demostrando una vez más por qué está considerado como uno de nuestros mejores baterías.

Tras esta primera andanada empezó a aclararse el sonido en la sensual “Te Esperaré” con las melodías de voz sobresaliendo con esos coros tan personales y brillantes que nos regalan siempre, metiendo una marcha más en la reivindicativa “Gritaremos No” con la guitarra de Manolo Arias recordando cada vez más a la de Jake E. Lee con Badlands, o incluso a Jimmy Page por momentos.
A todo esto Nacho seguía dando una nueva exhibición llena de potencia y clase en su voz dejando una fantástica interpretación llena de sentimiento en la autobiográfica “Un Sueño Cumplido”, hard rock de altura con ese guiño a los acordes de “Barón Rojo” que tan bien les quedan, antes de despedirse con su himno “Unidos”, otro señor temazo con ese rollo a lo Mr. Big que sonó magnífico y que seguro que terminó por convencer a más de uno que veía al grupo por primera vez. Media hora que se les quedó muy corta pero que esperemos que al menos haya servido para captar nuevos adeptos para próximas ocasiones. Para empezar no estuvo nada mal, todo lo contrario.

Después de la primera descarga de la tarde les tocaba el turno a una de las bandas que mayor predicamento está consiguiendo desde hace un tiempo entre el público hard rockero, los suecos CRAZY LIXX. Con un buen disco recién salido del horno como es “Ruff Justice”, el quinteto se presentaba en Madrid con su nueva formación tras entrar en el grupo los nuevos guitarristas Chrisse Olson y Jens Lundgren sustituyendo a Edd Liam y Andy Zata.
Y la verdad es que su comienzo no fue muy prometedor, tras una intro enlatada entraron al escenario introducidos por el rotundo batería Joel Cirera, y el sonido que empezaron a sacar no es que fuera muy nítido que digamos, más bien bastante mejorable, las guitarras o sonaban bajas o excesivamente saturadas desdibujando los dos primeros temas del show “Wild Child” que les quedó muy chillona con el cantante Danny Rexon por debajo de lo habitual, y la pegadiza “Blame It On Love” con el bajista Jens Sjoholm animando al personal con sus poses y cruces corriendo a lo ancho del escenario tampoco acabó de quedarles redonda.
Empezó a mejorar el sonido con la insinuante “XIII” sonando más dura que en disco pero con las melodías corales marca de la casa siempre efectivas, desgarrándose más macarras en la directa “Whiskey Tango Foxtrott”, con ese “What The Fuck” coreado por una concurrencia ya bastante numerosa y cada vez más entregada a su festiva descarga, aunque técnicamente mejorable respecto a otras ocasiones.
La segunda mitad de la actuación comenzó con una magnífica “Hell Raising Woman”, con Rexon mostrando su capacidad de enganche con los fans haciendo corear su directo estribillo, para ponerse luego más tierno con el medio tiempo “Walk The Wire” pero las guitarras de Olson y Lundgren seguían sin acabar de sonar todo lo bien que hubiera sido deseable, como tampoco lo fueron los coros grabados de “Rock And a Hard Place” que se notaron demasiado, una cosa es ir con un poco de apoyo y otra que suenen tres voces cuando solo hay una frente al micro.
Fin de fiesta con su declaración de intenciones “21 Til I Die” que supuso un buen cierre con el público coreando y botando para dejarnos con un agradable sabor de boca después de tres cuartos de hora un tanto irregulares siendo la vez que menos atinados les he visto respecto a las dos anteriores en las que me convencieron bastante más.

Y llegaba el momento “recreo”, permitirme el chascarrillo, en el que podíamos salir a la calle a tomar el aire, o lo que cada uno quisiera para coger fuerzas antes de disponernos a disfrutar de los tres grupos más veteranos del cartel. Entre que tomábamos algo, saludábamos por aquí y por allí, y demás historias, se nos fue un poco la noción del tiempo y no entramos a ver a la siguiente banda hasta la mitad de su show. Bueno, se nos fue la mano y dados los antecedentes y alguna referencia de primera mano de la sala tampoco corrimos mucho, las cosas como son, para ver a TREAT. Un grupo absolutamente de culto para los que amamos el hard melódico escandinavo y a los que tenemos como referente de los ochenta, pero que ya llevan un tiempo haciendo abusando del playback en sus conciertos.
Como decía teníamos referencias inmediatas de amigos de total confianza que salían de la sala al poco de comenzar su actuación diciéndonos que los sonidos grabados volvían a ser excesivos, por otra parte había gente que juraba y perjuraba que todo era real, ¿en qué quedamos?, había que comprobarlo por nosotros mismos. Entramos con el final de “Roar” sonando en el interior, para pasar luego a uno de los puntos álgidos de la velada “Take You On The Run” y desgraciadamente me pareció que había excesiva ayuda en la voz de Robert Emlund, por lo demás los coros sonaban perfectos, faltaría más, la guitarra de Anders Vikstrom también muy bien, al igual que los teclados de Patrick Applegren.
La gente parecía disfrutar palmeando y coreando al ritmo marcado por el bajo de Pontus Egberg (ex The Poodles) y por la batería del gran Jamie Borger (ex Talisman) que una vez más fue el que más me convenció del grupo por su precisión y pegada. Antes de los dos temas referidos sonaron la mayoría de los que aparecen en su reciente disco en directo “The Road More Or Less Traveled”, como lo fueron desde “Roar” hasta el final calcando el set, con algunos de los temas más representativos del grupo.
Así en el final cayeron una endurecida “Conspiracy” con la guitarra de Vikstrom tremendamente afilada, y con los coros apoyados generosamente por el público haciendo que resultará complicado distinguir que salía realmente de los micros, sacándonos de dudas cuando Robert se quitó el auricular y cambió de micro para cantar los dos últimos temas del show que, creo que esta vez sí, fueron completamente reales. Una buenísima “Skies Of Mongolia” llena de fuerza y melodía sonando todo tremendo, rematando como festivo colofón una alargada “World Of Promises” que consiguió transportarnos unas cuantas décadas atrás haciéndonos botar y cantar con fuerza.
Por la parte de concierto que vi de Treat puedo decir que siguen sin acabar de convencerme en directo por ese abuso de la tecnología que siguen llevando a cabo, pero en esta ocasión no resultó tan excesivo como en otras anteriores, por ejemplo la del Firefest de hace cuatro años que fue un escándalo. En cualquier caso a la vista de los comentarios posteriores parece que mucha gente disfrutó de lo lindo y que valoró a esta actuación como la más destacada del festival, cuestión de gustos y percepciones personales.

Una vez pasado el ecuador del festival llegábamos a la parte que a la postre acabó siendo para mí la más jugosa del mismo. Con dos bandas que estuvieron tremendas y que, al contrario que la anterior, ofrecieron los dos shows más grandes que les recuerdo. Comenzando por los americanos y cada vez más italianos HARDLINE. Una banda que otras veces ha terminado por resultarme pesada en directo por su costumbre de alargar los temas y de meter demasiado relleno, pero que en esta ocasión se marcaron un show redondo, sin fisuras y con una excelente elección de los temas, aunque quizá por ponerles un pero yo hubiera cambiado uno de los lentos por alguno más cañero.
Desde que salieron a escena con las primeras notas de “Where Will We Go From Here” todo sonó espectacular, nítido pero con fuerza, rotundo pero sin estridencias, algo que sí les pasaba otras veces, y con un Johnny Giolei a la voz bordándolo llegando a todos los tonos sin despeinarse y sin esa sobre excitación excesiva que suele deslucir parte de sus interpretaciones. Muy bien acompañado a las voces por Alessandro Del Vecchio que además de dejar su magisterio a los teclados volvió a demostrar su enorme clase como cantante aunque fuera en segundo plano.
Las melodías iban fluyendo con elegancia y energía, con un Josh Ramos magnífico a la guitarra dejando su impronta sobre una pareja rítmica de lo más compacta como es la que forman Anna Portalupi al bajo, cada vez con más presencia y protagonismo, y con el experimentado Francesco Jovino (ex U.D.O.) a la batería.
Sin apenas pausa enlazaron con los dos primeros temas de los seis que cayeron de su obra maestra “Double Eclipse”, una espectacular “Taking Me Down” con esa tórrida agresividad algo  más contenida pero igualmente presente con unos buenísimos coros de la banda, dejando que fuera más protagonista a continuación el público cantando el festivo estribillo de “Dr. Love”, dos señores pelotazos con los que acabaron de ganarse a los reticentes que pudieran quedar.
Relajaron el ambiente con un tramo más tranquilo pero igualmente brillante dejando dos intensas piezas llenas de pasión como “Human Nature” y “Take You Home” con Gioeli a una altura inmensa sin forzar excesivamente en su interpretación. Dejó más cancha a la guitarra de Ramos en la incisivamente sensual “Life’s a Bitch” que volvió a subir la adrenalina, bajando de nuevo el tono con otra balada “Hands Of Time” sonando muy bien, pero quizá algo prescindible después de habernos metido otra vez en fiesta.
Para el final los dos himnos más celebrados de la banda, una inmensa “Hot Cherie” que hizo cantar y botar a toda la sala, y una no menos vibrante “Rythm From a Red Car” absolutamente brillante para coronar una fantástica actuación de una banda que parece ya perfectamente consolidada y engrasada haciendo que no echemos de menos a los miembros originales, y con un frontman como Gioeli en un excelente momento de forma.

Y después del cuarto de hora de descanso de rigor llegaba el momento de volver a ver juntos sobre un escenario más de treinta años después a dos de mis músicos favoritos, el señor MICHAEL SCHENKER y el señor ROBIN McAULEY. Al vocalista británico no había vuelto a verle desde aquella aparición en el campo del Rayo abriendo para Scorpions como McAuley Schenker Group, al guitarrista teutón ya habíamos la oportunidad de verle por aquí unas cuantas veces, unas mejor que otras, pero ninguna como esta, sencillamente magistral. Sonriente, feliz, ágil, moviéndose incluso en alguna ocasión a los lados del escenario abandonando su postura habitual encorvado, pero sobre todo tocando con una clase y una energía inmensas.
Y Mr. McAuley no se quedó atrás, maravilloso, con ese timbre reconocible, melódico y potente, aportando calidez y garra sin estridencias, elegante, comunicativo, fabuloso. El resto de la banda, viejos conocidos, cumplió más que correctamente mostrando tablas y eficiencia, desde la solidez de Ted McKenna a la batería y de Chris Glen al bajo, hasta la polivalencia y eficacia de Steve Mann a los teclados y la guitarra, representando las etapas ochenteras más brillantes de M.S.G.
Comenzaron como vienen haciendo últimamente en sus conciertos con la instrumental “Searching For Freedom”, único tema que cayó de la última época, antes de atacar con una vibrante “Let Sleeping Dog Lie”, a la que sucedieron casi sin respiro “Attack Of The Mad Axeman” y “Armed And Reday”, sencillamente brutales con McAuley dándoles su toque personal pero respetando plenamente su esencia mientras Schenker seguía clavando cada una de sus notas de forma espectacular.
Nuevo momento instrumental con “Captain Nemo”, una de mis favoritas que me encantó con Mann brillante a los teclados, y con el resto del grupo igualmente grandes, antes de llegar a uno de los momentos más esperados por muchos de los presentes, primer tema de McAuley Schenker Group, la rockera “No Time For Losers” que resultó maravillosamente dinámica y divertida. Cuando pensábamos que el set iba a seguir por este camino, nos sorprendieron con dos recuerdos inmensos para UFO “Shoot Shoot” absolutamente gloriosa, y “Lights Out” con McAuley haciendo que casi nos olvidáramos de Phil Mogg, cerrando este bloque con otra de las grandes instrumentales de la historia, “Coast To Coast” de Scorpions, otra genialidad hecha canción que tuvimos la suerte de volver a disfrutar en vivo.
Ahora sí tocaba recordar intensamente los discos de McAuley Schenker Group con un póker de temas a cual más delicioso y entrañable, comenzando por la cañera “Bad Boys”, seguida por una maravillosa “This Is My Heart” en la que Robin dio una cátedra de cómo se debe cantar un tema lento sin perder un ápice de pasión, rematando la faena con la hard rockera por excelencia “Save Yourself” con Schenker sacándole todo el filo a su guitarra, y con la comercial “Love Is Not a Game”, maravillosa igualmente.
Lo que nos esperaba de aquí al final seguramente no lo esperaba nadie, cinco himnos de UFO uno detrás de otro, sonando a cual mejor y dejando a muchos insatisfechos por no poder seguir viviendo más temas del bloque anterior, pero a otros muchos, entre los que me incluyo, disfrutando como enanos de media hora de puro goce reviviendo buena parte del mítico “Strangers In The Night”, uno de los mejores directos de la historia. Sin fisuras, apasionados, brillantes, fueron cayendo “Natural Thing”, que rollo sigue teniendo este tema, “Rock Bottom” alargada con Schenker sublime, “Doctor Doctor” pura fiesta y efectividad coreada por el respetable antes de despedirse por primera vez, volviendo a escena con “Only You Can Rock Me” y “Too Hot To Handle” para redondear una concierto memorable.
Como decía antes algunos echaron en falta más temas de McAuley Schenker Group, sobre todo “Anytime” o “Gimme Your Love”, pero creo que fue un cierre maravilloso para un festival que para ser su primera edición estuvo bastante bien, en la mejor sala posible de Madrid en mi opinión para este tipo de eventos, con cosas todavía por pulir, y que, si son capaces de lograr redondear próximos carteles con nombres atractivos y poco frecuentes por estos lares, puede consolidarse como una cita imprescindible para los fans del hard rock. Kalos a seguir trabajando en ello.
Mariano Palomo

No hay comentarios: